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Ya te declaraste culpable, mientras relamías tus labios con saliva y mordías tu dedo indice. Te ajustaste tu vestido celeste, haciendo resaltar tus curvas. Los policías te colocaron esposas y te mandaron a un hospital mental. Guiñaste el ojo a las cámaras. 

DELIRIUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora