Capitulo 37

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Al pisar nuevamente la arena seca y un tanto tibia, el agua comenzó a gotear por mi cabello ahora endurecido a causa del mar.

— Ven sentémonos por allí Ro —. Sugirió Marcus.

Caminamos un par de metros y nos recostamos mirando el cielo azul en una superficie arenosa lo suficientemente limpia.

— Mira aquella nube parece un perrito —. Dije antes de señalar una nube que, si mirabas con mucha imaginación era un perrito.

— ¿Un perrito? —. Preguntó atónito Marcus —. ¿Cuanta agua de mar tragaste?

Solté una pequeña risa tras la ultima frase de mi amigo y el me acompaño riendo un poco también.

— Tu risa es muy bonita —. Soltó el de pronto.

— Pues gracias —. Conteste un poco sonrojada.

— ¿Sabes que mas de ti es bonito? —. Volvió a preguntar.

No respondí, pero el sin previo aviso se recostó esta vez de lado junto a mi y comenzó a propinarme delicados besos en la mejilla.

— Marcus... — Atisbe a decir, pero luego calle. No quería arruinar el momento.

El prosiguió colocando pequeños besos sobre mis mejillas hasta que sus labios terminaron sobre los mios.

— Rosie, me gustas —. Su voz endulzó mis oídos con aquella frase. Y nuestros labios se obsequiaron un tímido beso el uno al otro.

Continuamos uno al lado del otro durante varios minutos mas. Solo observándonos o sonriéndonos. Hasta que el frío me alcanzo y se me erizo la piel con la corriente de aire.

— Sera mejor que regresemos a casa —. Susurré mordisqueando el lóbulo de la oreja de Marcus.

— Claro pequeña —. Respondió el tiernamente.

Nos dedicamos una ultima sonrisa para luego pararnos nuevamente y caminar tomados de la mano junto con la tabla de surf hasta el carro de Marcus.

Subimos al carro y Marcus encendió el motor.

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— ¡Yo sabía que ustedes dos serían novios! —. La voz de la pequeña Magui irrumpió un beso cálido que Marcus y yo compartíamos frente a la puerta de la casa.

— Shh  — La silencio Tom. Pero ya era demasiado tarde. La habíamos oído.

Los tres "adultos" nos miramos incómodamente. Mientras que la pequeña no dejaba de sonreír burlona y satisfecha.

— El secreto no duro mucho —. Solté antes de reír incómoda.

— Digamos que no lo guardamos muy bien —. Confeso Marcus.

— Que se puede esperar de dos...

Estaba segura que Tom iba a lanzar algún insulto, pero evidentemente algo lo detuvo a media frase.

— ¿Entraremos ya? —. Preguntó la pequeña Magui sacudiendo su mano frenéticamente sobre una florecilla. -Esta flor me saluda.

— ¿Tu la estas saludando? —. Pregunte infantilmente mirando a la flor rosada que miraba la niña.

— Claro, Tom dice que siempre ahí que devolver el saludo. Aunque la otra persona sea un desconocido —. Explicó Magui.

— Pero eso no es una persona, es una flor —. Aclaro tajante Tom.

— ¿Y tu Tom? ¿Eres una persona? —. Pregunto sarcástico Marcus antes de abrir la puerta ignorando la mirada penetrante de su hermano.

Los cuatro ingresamos al lugar y un sonriente anciano nos recibió con una bandeja  llena de chocolate caliente apenas surcamos la puerta de entrada.

¿Y si busco un amor? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora