Me enamoré del amor

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No estaba enamorada de él. No me atraían sus ojos ni su sonrisa, odiaba su humor mezquino y no soportaba su forma de reír. No sabría decirte qué me gustaba realmente de él. Sólo sé que no estaba enamorada, no de él.

Me enamoré de una idea, de un sueño. Me enamoré del que pensaba que era el personaje de unos de mis libros favoritos en carne y hueso, aunque solo fuera el copia barata de la película. Me enamoré de mi manera de pensar en el amor, como algo idílico y delicado, me enamoré de cómo decía mi canción favorita lo maravilloso que era el amor. Me enamoré de la sensación de estar enamorada. Vaya estupidez la de emocionarse con palabras que no van dirigidas a ti, vaya tontería la de soñar que algún día sí lo serán. Me enamoré de los comederos de cabeza y, por desgracia, de las lágrimas traicioneras. Me enamoré de cómo las parejas de ancianos van cogidos de la mano en la calle y de los besos de la pareja del instituto a la salida. Me enamoré de quedarme despierta buscando las razones para dormir. Me enamoré de las preguntas sin respuesta, me enamoré de dejarle pasar sus errores, de los «quizá mañana cambie» y los «el ayer es cosa del pasado». ¿Qué iba a hacer siquiera? Pensaba que de eso trataba el amor. Me enamoré... Aunque eso ni siquiera era amor.

Aunque todos lo penséis, no estuve enamorada; sólo contaba los días hasta que la cosa cambiara, sólo esperaba el momento en el que mi nombre sus labios rozara. Pero te aseguro que no estuve ni estaré enamorada. No de él, no de otro, no por ahora. Aún no estoy preparada.

AleatorioWhere stories live. Discover now