pIEL dE vERANO

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CAPÍTULO 1: Lunes

LENA

—Genial Lena —me dije a mí misma con tono irónico—. Necesitas terapia para ir a terapia.

Esa fue la conclusión a la que llegué frente al despacho del psicólogo de mi instituto. No cerca de la puerta para que se percatara de mi presencia cuando saliera su último paciente, sino a seis metros, sujetando la puerta hacia la escalera de incendios. Acababa de descubrir que me daba pánico la idea de ir a terapia. Sentarme frente a un desconocido y que me contemplara fijamente mientras yo le explicaba todo lo que estaba roto dentro de mí. Solo pensarlo me daba náuseas.

Había ido hasta allí con la firme intención de mejorarme a mí misma pero una vez dentro de la sala de espera, me asediaron las dudas. ¿Qué iba a pensar de mí cuando se diera cuenta de que me temblaba la voz y de que estaba nerviosa? Pensaría que soy rara... que me pasa algo, aunque esa era la razón por la que la gente iba a terapia ¿no? Imaginar a otra persona hablando con su psicólogo me parecía tan normal como ir al médico por un resfriado, y sin embargo, al imaginarme a mí misma sentía que había algo intrínsecamente erróneo con mi forma de ser. ¿Y si era así? ¿Y si el terapeuta me señalaba y me decía: eres un bicho raro, Lena. Lo tuyo no tiene solución? Entonces lo sabría seguro. Ya no podría fantasear con la idea de ser normal.

Era demasiado.

Me escurrí de vuelta al pasillo de las escaleras de incendios y dejé que la puerta se cerrara detrás de mí.

Tras suspirar profundamente, me prometí que lo haría más adelante. Cuando fuera más fuerte. Esa idea me tranquilizó y me agarré a ella como un clavo ardiendo. Tampoco estaba tan mal, al fin y al cabo. No tenía anorexia, ni me hacía cortes en las piernas como esas chicas en las películas. Era insegura, sí, ¿pero quién no lo era en plena adolescencia?

La imagen de Alex cruzó por mi mente en ese momento. Hubiera sido un efecto secundario genial superar mis inseguridades y volverme más atrevida. Quizá así sabría cómo seducir al chico nuevo. Bueno, Alex había sido el nuevo el año pasado cuando, recién llegado de Brasil, había revolucionado las hormonas de todo el instituto. Este curso ya no podíamos llamarle el nuevo. Le tendríamos que poner algún otro identificador: el sexy, el guapo, el brasileño caliente... cualquiera de esos le iría genial.

En vista de mi fracaso, me fui directa a la biblioteca para estudiar. Tenía un par de exámenes ese enero, uno de ellos era una recuperación del año anterior: Historia del arte. El profesor Hodgkins era el típico amargado que odiaba el mundo y trataba de joderle la vida a todos sus estudiantes como catarsis personal. Por esa razón, habíamos suspendido esa asignatura el ochenta y cinco por ciento de la clase. Un porcentaje aberrante, pero la junta no quiso meter mano en los exámenes de fin de curso y, según los rumores, se habían limitado a sugerirle a Hodgkins que fuera más generoso en la recuperación de enero. Debían creerse muy benevolentes con esa decisión, pero a nosotros nos obligaban a volver a estudiarlo todo unas semanas antes de empezar el curso, cuando aún hacía calor y seguías metido en tu dinámica hedonista y perezosa del verano.

En la biblioteca me encontré con Alisa y Toni. Nos pasamos la tarde quejándonos de la crueldad de la vida y mostrándonos fotos de cuadros y de columnas de edificios clásicos que tenían la misma pinta pero algún detallito rococó que les cambiaba el nombre. A las once de la noche, despegamos las piernas sudadas de las sillas, el aire acondicionado de la sala estaba roto. Volvimos a nuestras respectivas casas con la cabeza como un bombo y la suerte echada.

Si había algo de lo que me sentía orgullosa es que no le había preguntado a Toni por Alex, a pesar de que llevaba todo el verano sin saber de él y sin poder alimentar mis ojos de su belleza exótica. Me imaginaba que se habría hartado a ligar, a nadar y estaría aún más moreno que al terminar las clases. Un pan recién horneado y listo para hacer babear a todas las que estábamos a dieta. A dieta de él, claro.

El Problema de Lena (Enamorándome de tí)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora