Capítulo 10.

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*Narra Judith*

Después de desayunar decidimos ir todos juntos a la playa un rato. Irene se cayó por las escaleras nada más salir de casa. Me llevé un susto tremendo pero parecía que no había sido muy grave, porque nada más llegar a la playa empezó a hacer de las suyas. Mientras tanto yo saqué mi toalla y me tumbé en la arena a leer un libro. "Buenos días princesa." Ya lo había leído un par de veces pero me encantaba. Mary se tumbó a mi lado a tomar el sol con los cascos puestos, pero para cuando yo me di cuenta, ya llevaba hablándole un buen rato sin saber que no me estaba escuchando. Menos mal que nadie había visto la escena. Seguí leyendo durante toda la mañana. Sólo paré para comer. Pero volví a retomar mi lectura. Estaba completamente enganchada a la historia de amor de los dos protagonistas. Resoplé. Siempre había querido tener una relación así con alguien, pero hasta entonces ninguna había funcionado. Levanté la vista del libro unos segundos y vi como Dani y Álvaro tramaban algo mientras nos miraban a Mary y a mi. Álvaro. Un escalofrío por mi espalda. Me sonrojé y bajé la cabeza para seguir leyendo. Pero como yo decía, tramaban algo, se acercaron corriendo y para cuando nos quisimos dar cuenta, ya nos habían agarrado como si fuéramos dos sacos de patatas y las dos nos encontrábamos gritando para que no nos tirasen al agua. Álvaro me había cogido a mi. El simple hecho de que nuestras pieles se rozaran me hacia estremecerme. Y el contacto de nuestros cuerpos me ponía nerviosa. Pero no me importaba. En esos momentos me hubiera pasado toda mi vida así, a su lado. Llegamos al agua, y pensaba que me iba a tirar, pero no. Me bajó de su hombro y me cogió como coge el novio a la novia después de casarse. Nos miramos a los ojos. Y el mar me parecía insignificante comparado al brillo de los suyos. El resto del mundo desapareció por un momento. Sólo él. Sólo yo. Sólo nosotros. Poco a poco íbamos acortando la distancia entre los dos. Nuestras respiraciones se unían. Y no podía pensar en nada que no fueran sus ojos, sus labios, sus besos. Me sonrió. Y ahí ya me descolocó por completo. Me mordí el labio inferior. Quería besarle.

-¡Joder! -Miré a Álvaro con cara de asesina. Me había tirado al agua. Se reía. -¿Encima te ríes? Me has empapado.

-Lo siento... -Me cogió de la cintura y me atrajo hacia su cuerpo. Otro escalofrío. Empecé a acariciarle el pecho haciéndole cosquillas, mientras los dos nos perdíamos en los ojos del otro. La distancia que nos separaba era de apenas seis centímetros. Mi corazón se aceleraba, pero no era la única. Notaba como él también se ponía nervioso. Cerró los ojos pensando que iba a besarle, pero rápidamente cambié la dirección de mis labios y le susurré al oído: "Hala, ahora te quedas con las ganas." Me separé de él bruscamente y le hice una ahogadilla. El pobre se quedó totalmente petrificado. Salió del agua y no pude aguantar la risa al ver su cara. Por suerte reaccionó en seguida al oír como los chicos nos llamaban. Me abrazó fuertemente por la espalda, provocando mis ya normales escalofríos, y se acercó también a mi oído.

-Eres mala, eh. -Sonreí.

-Lo sé. -Me solté de su agarre y salí corriendo hacia los demás.

Estuve un rato sentada en la toalla, mirando al infinito, intentando asimilar lo que acababa de pasar. Nos habíamos comportado como una pareja de enamorados, y yo hasta hace dos días ni siquiera estaba segura de si me gustaba. No dejaba de darle vueltas a todo. Hasta llegar al punto de empezar a dolerme la cabeza. Me puse las gafas de sol, me tumbé, cerré los ojos y me relajé un rato. O esa era mi intención. Nada más hacerlo llegaron Irene, Mary y... Álvaro, que habían estado dándose un chapuzón. Ya era relativamente tarde, así que recogimos las cosas y nos fuimos camino de los apartamentos. Hubo un momento en el que nuestras miradas volvieron a cruzarse, pero volví la cabeza, no era capaz de mirarle a los ojos sin que me olvidara de mi nombre. Llegamos a casa en seguida, y después de que cada uno nos diéramos una buena ducha, los chicos volvieron a acoplarse a nuestro piso. Estábamos bromeando y riendo, como siempre. Bueno, estaban. Yo seguía dándole más y más vueltas a lo mismo, mientras miraba fotos de Álvaro en mi móvil. Le tenía delante, pero no era lo mismo, si le miraba iba a quedarme sin palabras y los chicos lo notarían.

Endless summer.Where stories live. Discover now