XV- CITA

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Un pintor mediocre se ha olvidado de su brocha. Aquel pintor mediocre –que en santuarios extorsivos suelen llamarlo Dios- se ha olvidado de darle color al cielo. Una pequeña pitusa corre entre las lapidas concediéndole con su alma cándida color al día. Sin temor se ha apartado de la compañía de sus padres.

De pronto algo llamó su atención, observando en las lejanías una figura parada frente a una lapida. La niña arqueó las cejas hacia arriba. Movió su pie izquierdo. Su boca se crispó con tristeza. Movió su pie derecho. Sus labios titubearon. ¿Estaría bien acercarse a aquel joven extraño? Suspiró con decisión empezando a tomar velocidad pero una voz infantil la detuvo al instante.

¿Estás perdida?

Viró su rostro hacia sus espaldas e inmediatamente su mirada quedó atrapada en los ojos de otra niña.

Son parecidas. Tienen la misma edad, el mismo cabello dorado, los mismos ojos azul cielo y la misma mirada: impoluta e inocente. El destino -que a veces es tan olvidadizo- las había juntado por primera vez aquel día sin ser concientes de lo que el futuro les depararía.

¿Te gustan? —preguntó al ver que los ojos de la chica miraban sin disimulo el ramillete de rosas rojas.

La niña de dos coletas asintió efusivamente.

Toma —dijo alzando el ramo hacia ella sin ser conciente que estaba por cometer un terrible error—, son tuyas.

Con esa simple frase había cambiado su destino. ¡Oh, sí! Únicamente con ese simple obsequio le había regalado el "protagonismo" de esta historia de amor a la pequeña cuyo nombre aluye a la calma: Serena.

¡Gracias!

Mina sonrió e inmediatamente su atención regresó al muchacho.

¿Sabes quién es? —musitó señalando hacia el adolescente.

Serena levantó su mirada.

No —movió sus hombros mientras torcía su boca hacia abajo—. Acompeñé a mi mamá a visitar a mi abuelita pero me escapé de su lado. Tampoco sé donde está. Creo que estoy perdida —respondió atropelladamente haciendo un leve puchero.

Mina abrió los ojos como platos.

¿Crees que él también esté perdido? —preguntó Mina.

No lo sé.

Vamos a preguntarle!

Serena asintió con su cabeza y Mina alzó su mano invitándola a sostenerla, sin embargo, antes de que pudiera existir contacto físico entre ellas, una voz femenina la interrumpió:

¡Mina, ahí estás! —Mina escondió su mano detrás de su espalda y con los ojos como platos miró hacía su madre—, ¡ven ahora aquí, jovencita!

La cara de Mina se retornó de todos colores mientras observaba a su enojada madre acercarse a ella, la cual la atrapó del antebrazo apenas percatándose de la presencia de Serena. Mina simplemente alzó su mano en son de despedida hacia la pequeña rubia mientras con amargura escuchaba los regaños de su furiosa madre.

Serena parpadeó observándolas alejarse de ella. Un pequeño escalofrió bajó por su espalda. Estaba sola y perdida en aquel paraíso muerto. Observó el vigor escarlata de los pétalos de las rosas, fascinada por el aquel color tan vivo y, entonces, se decidió a caminar con tiento hacia él, como si temiera asustarlo. Paró sus pasos mirando de reojo aquella enorme piedra y los extraños relieves sobre ella. La espalda del aquel joven se movía acompasada con sus sollozos sin ser conciente de que una cristalina mirada lo analizaba.

♡ La niña de mis ojos 1: Comienzo (SailorMoon)Where stories live. Discover now