Un café por amor

Día 20

¿Qué había hecho? ¿Qué había pasado por su mente cuando dijo aquello? ¿Había estado bien o había estado mal? Tenía muchas preguntas en su cabeza, muchos sentimientos encontrados y un mensaje titilando en su mente cual bombillo a medio quemar. Kev le había escrito un simple "buenos días" el día anterior. un día sin verse, sin hablarse, sin responder, porque estaba tan temerosa que no podía responder a su cortesía. Por lo menos él se había atrevido a escribirle después de lo sucedido.

Tenía la mente agitada, siempre volviendo al mismo lugar, siempre recordando el momento en que el tierno rostro de Kev se llena de sorpresa y parece haber dejado de respirar. Recordando el largo suspiro que dio, la media vuelta como quien evita que lo mirasen. Sus intentos de deshacer sus palabras, y las palabras de él pidiéndole que no se disculpe ¿qué habían hecho? ambos habían terminado pidiéndose perdón: ella por su imprudencia, él por no saber qué decir ni como responder.

Sophie decidió irse y lo había dejado atrás. Valiente, se hizo llamar una y mil veces durante todo el lunes y parte del martes aun sin terminar.

-¿Sophie? -miró por encima de su hombro a Nicolás. El hombre se cruzó de brazos aun en la puerta. Creía haberlo escuchado suspirar, resoplar algo, pero no estaba al tanto de lo que pasaba a su alrededor como para estar segura-. Sabía que esto terminaría así ¿sabes? ¿Qué pueden tener ustedes en común? Nada. No hay nada en común, ni lo habrá. Los actores van y vienen, tienen una vida agitada, nunca estan en un solo lugar. Y... Sophie, por favor, mírame. -Ella giró a verlo, tal como el se lo pidió.

-No lo entiendes, Nicolás.

-Lo entiendo perfectamente, se burló de ti, te enamoró y luego se fue. No somos tontos, Sophie, la única persona en esta sala que no se había dado cuenta eras tu, pero lo hiciste y el jugó todas sus cartas y ahora te dejó así: mirando por la ventana y esperando ¿a qué esperas? Nada cambiará -Se sonrió de lo mal informado que estaba su agente, porque lo estaba y él no lo sabía y ella no deseaba hablar de ello. Se sentía tan avergonzada de lo sucedido que solo sacarlo haría que se muriera de pena. Sintió sus manos sobre sus hombros, un apretón fuerte y breves palmadas.

-Sigues sin entenderlo, pero gracias -murmuró. Tomó su chaleco y se dispuso a salir.

-Sophie, Sophie espera...

~*~

Kev jugueteaba con un pedazo de su servilleta. Había tenido todo un día para pensar, una mañana entera para escuchar a su manager incluso para escuchar los consejos de Gus y también para tomar un café con ese hombre. Sintió un aire distinto al entrar en Knolles con Gus y no verla a ella en el mismo lugar de siempre. Ese día prefirió tomar asiento en otro sitio, prefirió reservar aquella mesa para ellos, cuando ellos iban. Y hablar mientras que, de vez en cuando, veía la mesa en la lejanía. Se imaginaba estar sentado ahí, con ella, la imaginaba a ella. ¿Por qué se había quedado callado? ¿por qué no la había seguido cuando se repitió más de una vez que debía hacerlo?

-¿Señor? ¿Señor? -En algún momento de su conversación, Kev se había ido. Miraba al horizonte, donde ni siquiera Gus podía alcanzarlo. Volteó atrás, hacia la mesa donde nadie estaba. Solo un cartel que claramente decía "reservado", pero más importante que eso, allí estaba ella. Gus observó a Kev ido en sus pensamientos, lejos de todo cuanto le rodeaba-. Señor, debe dejar de mirarla e ir -Kev tragó en seco ¿ir? ¿Cómo podía ir cuando su cuerpo no reaccionaba tal como él quería?

Sophie había ido hasta la barra buscando a Xavier; podía contar con aquel camarero, podía preguntar por Kev, pero era su día libre, no estaba ahí ni él ni Kev. Sacó su móvil con la firme intención de escribirle. Cuatro palabras. Alzó la vista a la mesa, una vez más, y salió.

-¿Señor?

-No sé qué decirle, Gus. Tampoco me puedo mover, no sé que me pasa, no lo sé. -Gus resopló. Se negaba a creer lo que escuchaba.

Cuando el sonido de su teléfono resonó contempló el mensaje que ella había estado escribiendo ahí, para él: ¿Hoy no hay café?