Día 25

516 61 0
                                    

En algún lugar del camino, Kev se sintió más que perdido. Ese día lo había reservado para meditar. Correr unas horas en algún parque cercano. Contemplar el cielo, contemplar hasta donde había llegado y hasta donde quería llegar con Sophie. Varias veces le escribió, varias hasta que, creyó, se volvía todo un acosador. Dejó el móvil a un lado y prefirió salir del encierro de su hogar.

Pero despejar su mente no tenía sentido cuando siempre retornaba a ella. Desistió de la idea de correr cuando el rostro de Sophie lo tomó desprevenido. Caminó sin sentido o con él o más bien no sabía a dónde caminar. No sabía si regresar por aquel teléfono o seguir corriendo.

Cuando sus pasos lo llevaron hasta el lugar donde se estaba hospedando, supo que su subconsciente le había jugado una broma. Puede que en realidad estuviera muy consciente, pero no se pondría a averiguarlo. Entró en el ascensor luego de saludar a Max, quien siempre estaba en la puerta. A la recepcionista y al sujeto que estaba en el ascensor día con día. Tenía una sonrisa tonta, una que contagiaba hasta el más gruñón, pero que no contagió a su manager.

Luego de estar su habitación y registrado el lugar en busca del móvil, tomó asiento y aguardó con él en mano. Estaba dispuesto, una vez más, a escribirle. Al encender el aparato, sin embargo, encontró que alguien se había adelantado. Sophie le había escrito.

«Lo siento, de verás, lo siento ¿podemos hablar?»

Un café por amorWhere stories live. Discover now