4

42.9K 3K 372
                                    

4

Se dio cuenta de que tenía algunos segundos allí, como ido y su chofer tenía la puerta abierta. Salió y tomó sus cosas, camino hasta la entrada y subió sin mirar a ningún lugar al elevador.

Cada vez que se permitía pensar en Pía terminaba como ido.

Quizás  la vea cuando regrese a casa. Quizás.

&

Sonrió con nostalgia cuando saco el cd del computador. Era un vídeo de su bebé, cuando era solo un recién nacido, siempre estaba calmado y observador, estudiando todo, seguro había sacado todo eso de su padre. Danmark tenía ya tres años, recién cumplidos y seguía siendo tan calmado y calculador como cuando bebe. Miró hacia la derecha, allí estaba su bebé, intentando armar aquel rompecabezas de incontables piezas, por increíble que pareciera ya tenía la mitad, y lo había hecho él  solo. No sabía cómo podía seguirle el ritmo, era tranquilo, pero siempre le salía con unas preguntas que ella simplemente no entendía cómo esa cabecita podía formularlas y decírselas tan calmadamente como si le estuviera pidiendo leche o ir al parque.

Su bebé giró  la cabeza y como siempre el parecido con su padre y su belleza la golpearon fuerte. Le sonrió y le devolvió la sonrisa.

—Más tarde lo termino, es hora de mi siesta, estoy cansado— ella sonrió y caminó hasta el, él extendió sus manitas y ella lo cargó.

—¿Quieres ir a casa de la abuela más tarde? — él se acomodó en la gran cama y suspiró.

—El abuelo prometió llevarme al parque acuático , si me duermo ahora cuando despierte será muy tarde—quedo callado pensado y ella quedó esperando su respuesta — iremos, aunque no podré ir esta vez con el abuelo. Pasar tiempo con ellos es bueno, cuando me duerma, llama a la abuela, le dices que vamos más tarde, quiero que me prepare el postre que me gusta, cuando llegue lo quiero comer, con algo de leche.

Pía sonrió y asintió.

—Lo haré, mi corazón.

Cerró las cortinas para que el claro no se filtrada, apago la lampara y cerró la puerta.

El timbre sonó estrepitosamente y ella corrió para que su hijo no saliera a decirle una de las que él sabía. Del otro lado de la puerta, estaba Sally, su amiga. Como cada sábado iba a verla. Un café y una larga conversación después la chica se retiró con la promesa de volver a ir el día siguiente.

Mientras su bebé dormía limpio un poco la casa, tomó una ducha, organizó su ropa de trabajo y busco la ropa que había puesto a lavar antes de ver el vídeo.

Como su hijo aún no despertaba dobló la ropa de ella y apartó las camisas de su hijo para plancharlas. Cuando pensó que no despertaría lo encontró en el daño cepillando sus dientecitos, la miró  y le dijo que era tarde y tenían que ir a casa de los abuelos.

&

Sus padres habían salido, estaban en el parque y por ende  ella tuvo que ir con su hijo hasta allí, cuando llegaron había un tumulto de personas, parecía una feria de juguetes ya que los niños corrían por todas partes con bates de plástico, caballos de peluche y bicicletas.

—Esto es una locura— dijo al llegar cerca de sus padres, Dan había saltado a los brazos de su abuelo — ¿Estaban dando juguetes y no me dijeron? — bromeó.

—Nada de eso, estos mocosos me tienen cansado — dijo su padre con una cara notoriamente molesta.

—¡Papi! Recuerda que tengo un hijo.

—¿Crees que no lo sé? Que no te ofenda, Pía, nuestro Nieto, tu hijo no lo es... ¿Verdad campeón? — el niño sonrió y asintió.

—No le hagas caso a tu padre, es un viejo amargado— beso la frente de su hija y volvió a sentarse.

—Amargado ¿Yo? — plaño indignado — Pero si soy el hombre más encantador y amable del mundo, el mejor padre y abuelo con vida en la tierra. Lo que pasa es que esos mocosos sin costumbre me han golpeado, escupido y babeado desde que llegue.

Pía abrió los ojos y río cuando vio a su hijo reír y negar con la cabeza, entonces se sintió mal al notar como las madres de esos niños miraban con reproche a su padre.

—¡Ay papa! Solo son niños...

Cliché y puntoWhere stories live. Discover now