Capítulo 28.

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El canto de un pequeño pajarito posado en la rama de un árbol me despierta. Miro el reloj de la mesilla, y compruebo que aún es temprano. Me permito pasar unos minutos más tumbada en la cama, enredada en las sábanas, antes de que el caos empiece. Cuando me giro para observar al pájaro un poco mejor, observo la mesilla de noche. Dentro del vaso de agua del que siempre bebo cuando me despierto de una pesadilla, hay un papel con algo escrito. Me incorporo, y saco el empapado papel con cuidado. Lo pongo sobre mi mano, y leo el mensaje escrito.

"Buenos días, señorita Everdeen. ¿Qué tal has dormido hoy? Espero que bien, nos espera un gran día. Siento no poder estar ahí, contigo, estoy en la sala de mentores, comprobando que todo está bien. Por cierto… ¿no hueles a tortitas?"

A continuación, hay una cara sonriente dibujada, y guiñando un ojo. Unos pocos centímetros más allá hay un dibujo de un chef con un plato de tortitas humeante que señala hacia la izquierda. Yo miro hacia la izquierda, y efectivamente, sobre la mesa principal de la habitación hay un plato que está cubierto por una tapa de metal, para que no se enfríe. Yo sonrío, y me dirijo hacia el plato. Adjunto a él, hay otro papel incluso más pequeño que el anterior, en el que está escrito "¿Creías que no me iba a acordar?". A continuación, quito la tapa y al instante un delicioso aroma a toritas invade mis conductos nasales.  Sobre el plato hay tres grandes tortitas, y en cada de ellas hay una palabra escrita con moldes de cocina de los que utiliza Peeta para sus tartas. En la primera tortita, está escrita la palabra "Feliz", en la segunda "Cumpleaños" con una coma adjunta, y en la última "Princesa". Yo me sonrojo, sonrío e intento disimular la última tortita, en la que pone "princesa" con el tenedor. Unos segundos después compruebo que al lado del plato hay una bandeja llena de manjares con los que combinar las toritas; siropes, fruta, nata, helados, leche, batidos…Elijo un sirope de chocolate, nata y chocolate espolvoreado para la última tortita, mi estómago la acepta con gusto y pide más. Ahora sí, continuo con la primera, escojo un sirope de fresa, cojo una fresa de verdad y la sumerjo en chocolate caliente. Delicioso. Cuando voy a empezar con la última tortita, oigo pasos. Decenas de pasos que se acercan rápidamente a mi habitación. Cuando caigo en la cuenta de quiénes son las personas que vienen, intento recoger algo mi habitación y peinarme algo el pelo. Demasiado tarde. Flavius, Venia y Octavia entran en tropel en mi habitación. Tras besar las mejillas de todos y cada uno de ellos, y después de que todos me deseen un feliz cumpleaños, empiezan a discutir entre ellos qué es lo peor que tengo; las uñas, el pelo o la piel. Aunque oigo cosas como "Este peinado le resalta más su horrible frente", no se lo tengo en cuenta, sé que es su forma de decir "hola".

Mientras mi equipo de preparación me transforma en la vencedora de los septuagésimo cuartos juegos del hambre, yo miro con tristeza a la tortita restante que aún me espera en el plato.

-¡No te imaginas la fiesta que hay montada en tu honor, Katniss!-exclama Venia, mientras me desenreda el pelo.-El anuncio de tu fiesta sale en la televisión continuamente, todo el mundo va a llevar sus mejores galas…

Como el tema de una fiesta en mi honor en el Capitolio me desagrada, no necesito ningún detalle de cómo va a ser, así que desconecto y dejo a los tres hablando de lo que llevarán puesto en la fiesta. Vuelvo a concentrarme en la tortita que me espera si sobrevivo a esta sesión de preparación.

-… ¡es que no se puede llevar cualquier cosa! ¡He oído que el mismísimo Snow asistirá!

-¿¡Qué!? ¿¡Snow va a venir a mi cumpleaños!?-exclamo yo, girando la cabeza bruscamente, lo que provoca un quejido de Venia.

-Así es. ¿Ves lo importante que eres? ¡Tienes que estar contentísima! ¡Snow no va a la fiesta en honor de cualquier persona!

"No, claro que no, sólo va a las fiestas en honor de sus enemigos", pienso yo.  Durante el resto de la sesión, y al saber que Snow y yo vamos a estar en la misma sala en muy pocas horas, se me quitan las ganas de todo, y la felicidad y el ánimo que me había dado el mensaje de Peeta, se desvanecen.

En Llamas. ¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora