—¡Nagisa!—Gritó con entusiasmo Kaede, mientras comenzaba a acercarse a ambos. Karma desvió su mirada al observar a la chica, sintió un nudo en su estómago; quizás Nagisa le había perdonado, pero aquello no significaba que Kayano lo haya hecho también, por lo que tan solo tenía una opción huir, sin embargo dio una miradilla rápida hacia Nagisa quién le alargó una pequeña sonrisa, llena de sinceridad. Su corazón dio un vuelco, no podía irse y ya está, no podía abandonar a Nagisa, porque le debía demasiado—Aquí estás, estuve buscándote por todo el lugar—Dijo esta vez en lenguaje de señas para luego fijar su vista en Karma. El pelirrojo sentía mareado, demasiado para ser verdad, sin embargo se obligó a sí mismo a dar una pequeña reverencia.
—¡Lo lamento!—Se disculpó Nagisa nuevamente en lenguaje de señas para luego hacer un morder levemente sus labios. Kayano solo negó levemente.
—Es cierto...¿quién eres tú?—Karma se estremeció al ver a la chica de cabellos esmeralda justo frente a ella, interrogante y confusa. Sin embargo, de alguna forma, se las arregló para que su compostura no se fuera al caño, mientras trataba de reprimir todo su nerviosismo en sí mismo. Tenía miedo; Akabane Karma tenía miedo de lo que pensará Kayano Kaede sobre él, si lo odiaba, si no, realmente le importaba, porque Kayano había sido la única persona que había apoyado a Nagisa en sus peores momentos.
—Es Karma—Declaró esta vez Nagisa, con una sonrisa su en boca, mientras bajaba lentamente sus manos.
Karma sintió un frío recorrer su nuca, mordió con fuerza sus labios y tenso sus nudillos, para luego bajar su cabeza y fijar su vista en el suelo del pequeño local.
Lo esperaba, las palabras de odio que había guardado Kayano para él todo ese tiempo, los reclamos por haberle hecho todas aquellas monstruosidades a Nagisa, por haber roto su vida, sus aparatos, y las pocas amistades que había entablado. Cerró sus ojos esperando lo peor, mientras podía sentir como un nudo de formaba en su garganta, y las lágrimas amenazaban con salir disparadas en cualquier momento. Si tan solo Kayano no estuviera ahí.
—¿Akabane?—Preguntó con un tono algo infantil, no se atrevió a mirar hacia ellos por lo que supuso Nagisa tan solo asintió—Ah pasado un largo tiempo—Alargó con cierta nostalgia en su tono de voz, fue entonces cuando Karma tomó el valor de subir una vez más su mirada y posarla en ella. Kayano había cambiado tremendamente, su cabello había crecido bastante, y su estatura había aumentado, su semblante lleno de pavor que había logrado gracias los ciertos abusos que había recibido desde que entabló su amistad con Nagisa había desaparecido dando así a mostrar un hermoso rostro lleno de seguridad. Kayano esbozo una pequeña sonrisa, y Karma solo le miró algo confuso.
—Yo...no lo entiendo, ¿no me odias?—Preguntó con un leve tono de voz, casi inaudible, para que Nagisa no logrará escucharle. Kayano solo negó con su cabeza.
—Sé que pasó luego de que Nagisa se fue, terminé el primer grado en ese lugar, ¿recuerdas?—Suspiró con cierto pesar. Karma lo recordaba muy bien, Kayano había sido una de las más afectadas por los abusos propiciados por parte de sus compañeros, creían que tan solo había comenzado a hablar con el peliazul para convertirse en el alma caritativa del lugar y así tener a todos los profesores comiendo de sus palmas, y hubiese sido brillante, si tan solo no hubieran obviado una cosa, y eran los verdaderos sentimientos de Kaede. A Kayano le gustaba Nagisa, y él lo sabía, sin embargo la había rechazado desde un principio, pero, la peliesmeralda había decidido apoyarle sin importarle mucho aquello—No todos los niños son unos ángeles, ¿no es así, Karma?—Sintió una puñalada en su corazón, no sabía si aquello era una indirecta o lo decía para hacerle sentir mejor, tan solo reprimió sus palabras para luego observar fijamente.
—¿Qué quieres decir con eso?—Preguntó con voz entrecortada, tratando de calmar sus nervios. ¿Quién lo diría?, la chica que no solía hablar con nadie en primaria, la niña distante y de corazón frágil ahora se encontraba retándole a él, al pequeño demonio de la clase, el chico problema, el cual ahora no era más que una bola de nervios malherida.
Sintió como una pequeña calidez se colaba entre su mano, el fino tacto de una mano ajena entrelazarse con la suya lo hizo volver a la realidad. Desvió hacía Nagisa quien solo le sonrió, mientras apretaba aún más su agarre.
—¿Nagisa?—Preguntó vacilante con un hilo de voz. El peliazul solo desvió su mirada hacía la peliverde y extender su mano libre hacía ella, quién tan solo se limitó a mirarle de forma curiosa, para luego tomarla sin ningún pretexto. Nagisa observó fijamente a Kayano para luego desviar su mirada hacía Karma y seguidamente hacía el agarre que ejercía entre ellos, para luego unir las manos de Karma y Kayano en un apretón de manos.
—Estoy sordo, no ciego—Alargó Nagisa moviendo ágilmente sus manos y hacer un pequeño mohín—Puedo leer muy fácilmente sus labios, por lo cual entiendo todo lo que están diciendo—Agregó finalmente el peliazul con obvia molestia. Aquello solía ocurrir a menudo, las personas solían olvidarse de su existencia gracias a que no podía comunicarse normalmente con ellas, por lo que quedaba fuera del noventa por ciento de las conversaciones, sinceramente era muy desagradable.
—¡Lo lamento!—Agregaron casi al unismo Karma y Kayano, avergonzados no tuvieron más opción que dejar su pequeña riña de lado y entablar una pequeña amistad por más falsa que fuera. Aunque sinceramente a ninguno de los dos les había quedado muy en claro si se odiaban o no.
El tiempo transcurrió rápidamente, para cuando se habían percatado el centro comercial estaba a punto de cerrar sus puertas a todo público, por lo que comenzaron su camino a casa.
El cielo se había teñido de negro y la brillante luna junto a las pequeñas constelaciones lo adornaban de una preciosa forma, los pequeños vientos fríos que debes en cuando aparecían para jugar una que otra mala pasada hacían de aquel un momento bastante agradable para aquel interesante trío de amigos.
El silencio reinaba, pero no era nada incómodo, más bien era agradable, habían pasado una buena tarde en aquel pequeño centro comercial, claro obviando la pequeña disputa entre Karma y Kayano, había sido un rato bastante agradable, tanto que Nagisa ya había decidido seguir topándose con Karma tanto como el destino se lo permitiera.
Le había caído bien, y no podía negarlo, Karma era una persona completamente diferente a lo que él había conocido hace unos largos años atrás, el pequeño demonio se había ido dejando simplemente a un chico normal de gran corazón e incluso algo cobarde; y aquel hecho no hacía más que llamar más aún su atención.
Karma siempre había tenido aquel don de hacer que las personas se interesaran en él, y Nagisa no había sido la excepción, desde el primer momento en que lo conoció se había sentido atraído hacia él, su narcisista forma de ser, su personalidad tan extrovertida y enigmática había logrado despertar su interés, y ahora que era un chico frágil, distante e incluso se atrevía a decir introvertido lo había despertado aún más, podía que le llamaran cotilla, chismoso, pero sinceramente no le importaba, Akabane Karma era un enigma que él quería descifrar. Karma era un vasto universo que él deseaba descubrir.
♡♡♡
¡Lo lamento!, mi narración ha sido pésima en este capítulo,¡demosle las gracias a mi pc!,a la cual se le ocurrió trolearme hoy, cuando al buscar el capítulo entre mis documentos había desaparecido mágicamente ;--;/, así que me tocó reescribir todo el cap, pero bueno que se hace.
Ahora sí, basta de quejas, recién me doy cuenta de que la historia a llegado a los 1K, por lo que nuevamente tengo que agradecerles de todo corazón por el apoyo que me han dado, y por los comentarios y votos que me dejan los cuales me ayudan muchísimo a continuar con la historia,¡una vez mas muchísimas gracias!
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Una silenciosa voz
FanfictionSegún dictan las tradiciones japonesas, encontrar un ramo de flores en tu asiento quiere decir solo una cosa; tus compañeros de clase desean que termines con tu vida. (AU) Inspirada en el hermoso manga de Koe no katachi.