CAPÍTULO 3 "UN REGALO"

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Una vez que se terminó nuestro viaje en la rueda de la fortuna bajamos agarrados de la mano, después me llevó al puesto de algodones de azúcar, comimos como niños pequeños, era la primera vez que yo comería un algodón de azúcar, mi madre nunca me lo permitió. Decía que engordaría y que me podía enfermar; pero Tom me rompió las cadenas al momento que me dio a probar esta comida. Lo mordí, sabía delicioso... pronto unió su boca a la mía para comer juntos el algodón.

Después fuimos a jugar para divertirnos un poco; Tom me dijo sonriéndome al mismo tiempo que cometía una inocente trampa contra mí—Te gané.

—Eres un tramposo Tom—dije yo riéndome. Pasamos una hora jugando como dos niños que recién conocen el patio de juegos. Desafortunadamente teníamos que volver a casa, era cerca del mediodía, tenía que hacer la comida, entonces Tom me dijo abrazándome de la cintura—es hora de irnos Estefanía.

—Está bien. ¿Qué deseas de comer hoy amor?—pregunté yo acurrucándome en su pecho.

—Sorpréndeme cariño mío—me dijo él besándome la cabeza tiernamente. Salimos de los terrenos de la feria luego de unos minutos. Pensaba que ambos regresaríamos a casa pero, me equivoqué; él me dijo llevándome del brazo—te dejaré en casa y yo iré a un encargo que tengo que hacer amor.

— ¿Qué encargo Tom?—pregunté arqueando la ceja.

—Ya verás, te dejo en casa y yo me iré para allá, en unas horas regresaré; te lo prometo—dijo él besando mi mano.

—De acuerdo mi amor—contesté con una sonrisa. Llegamos a la casa minutos más tarde, yo no quería que se fuera, no quería que se alejara de mi lado, estar sin él sería una completa agonía, el no saber si regresara a casa después de esta terrible guerra, tenía tantas cosas que vivir a su lado; sé que estará de regreso en unos minutos después de dejarme en casa pero sé que en cuanto se vaya a la guerra nuestra suerte estará echada al azar y al destino, y a veces el destino es tan traicionero que nunca sabes cuándo jugará a tu favor y cuando hará lo contrario. Tom me sacó de mis pensamientos diciéndome—...Nos vemos más tarde cariño.

—Tom...—lo llamé al momento que se alejaba de mí.

— ¿Sí?

—Cuídate—le contesté entrando a la casa.

*Perspectiva de Tom *

Dejé a Estefanía en casa, me dirigí a mi próximo destino, caminé unas cuantas calles más hasta que llegué a donde quería llegar, mis piernas estaban algo cansadas pero mi corazón estaba dichoso de haber complacido a la mujer que amo, la amaba tanto que por ella era capaz de renunciar al servicio militar que comencé a ejercer hace unos años, desde antes de conocerla pero no podía, había hecho el juramento de proteger a mi país y así lo haré. Entré a aquel lugar y una señorita me atendió. Me preguntó—Buenas tardes joven ¿Busca algo en especial?

—Sí... ¿Tienen algo hermoso por aquí? Sé que es así, pero—admití sonrojándome—ehehehe me refiero a que si tienen algún collar para mi prometida.

—Claro, ¿Qué es lo que busca exactamente?—me volvió a preguntar la señorita.

—Algo hermoso pero sencillo, brillante pero discreto—contesté.

—Tenemos el collar que busca, sígame—me dijo la joven. Minutos después lo vi. Era hermoso como Estefanía. Lo compré. Después me dirigí a la casa nuevamente con una sonrisa en el rostro y con mi corazón jubiloso y alegre.

Llegué a la casa; Estefanía estaba en el pequeño jardín que poseíamos ambos, al verme llegar corrió hacia mí para rodearme con sus brazos dulcemente, después de que un apasionado beso nos unió me dijo mirándome desconcertada— ¿A dónde fuiste?

—Antes, cierra los ojos—le dije sonriéndole con la caja en mi mano derecha la que estaba tras mi espalda—Está bien—Estefanía obedeció, yo le extendí la mano y le dije depositando la caja en sus manos por medio de un susurro—Feliz aniversario amor.

— ¡Tom! ¡Es... precioso! —Me dijo Estefanía al momento en que abrió los ojos y vio a través de la caja de cristal la preciosa joya que yo le había regalado; sus ojos brillaban como dos rayos de sol, ella besándome me dijo—Es hermoso.

—Como tú mi amor—acto seguido ella sacó el collar de la caja delicadamente, yo lo tomé en mis manos y con suavidad le quité el cabello del cuello dejándolo completamente desnudo, lo besé con ternura y después mis manos lo rodearon haciendo relucir al mismo tiempo la hermosura y singularidad de la nueva posesión de Estefanía, resaltaba sus ojos. Ella tocándose su cuello me dijo besándome—Es precioso. Gracias amor.

—Lo que sea por ti mi amor, me alegra que te gustara—dije yo abrazándola por la cintura a la vez que ella volteaba su rostro y me besaba una vez más; yo después de corresponder a su beso acaricié su cabello y su cuello, al mismo tiempo juntos admirábamos la belleza de aquel collar que, sin saberlo, significaría algo más en nuestras vidas.


El secreto del collarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora