ANTES

219 54 16
                                    

¿Cuántas veces has deseado que la realidad sea una mentira y que la mentira sea una realidad? ¿Cuántas veces has deseado evadirte del mundo en una burbuja? Bien, yo tenía esos deseos constantemente, todos los días, a todas horas, a cada instante.

La mayoría sabemos que no todo es fácil; no todo es rosa, pero tampoco todo es negro. Podría decirse que hay un punto intermedio, que todos lo tenemos, en el que hay cosas fáciles, difíciles, casualidades, decepciones, felicidad, tristeza...

Pero parece ser que la parte negativa de este "punto intermedio" me tocó a mí. Algo cambió en mi forma de pensar, algo hizo sentirme muy mal conmigo misma, muchas inseguridades, muchos miedos, mucha desconfianza... Podría decirse que son cosas comunes en la adolescencia, no me gustaba ser notada, no me gustaba ser diferente de las demás chicas, tenía complejos con mi cuerpo y personalidad, dejé de estudiar, era inmadura..., en definitiva, no me gustaba como era.

Yo siempre he sido una chica tímida pero cuando conocía en profundidad a la gente, era la más extrovertida del mundo. Era muy habladora pero a veces me pasaba y por ese motivo he tenido tantos problemas. Principalmente con las amigas; tenía opiniones y gustos diferentes, decía las cosas muy directamente, sin pensar. Mis gustos musicales eran bastante eclécticos, no me gustaba el reggaeton, música machista y sexista mayoritariamente, es el único género que no va conmigo. A mí me gusta escuchar desde ópera hasta heavy metal y por ello fui juzgada y apartada.

En mi tiempo libre bailaba y leía libros sin parar en vez de estar enganchada al móvil y a las redes sociales todo el tiempo, la "rarita" me llamaban. En ese momento no comprendía lo que ocurría, creía que era guay ser como era, pero me quisieron demostrar lo contrario. Si me pedían mi opinión para algo yo daba la más sincera y como no era la se asemejase a la que pensaban "la mayoría" era ignorada, se enfadaban y me hacían sentir culpable. Ahí fue donde comenzaron las inseguridades y el andar con pies de plomo con la gente.

Dejé de tener amigas, sólo tenía conocidas en el instituto con la que era muy cauta a la hora de conversar con ellas además, las cogía un poco de manía y dejaba de hablarles por motivos que ni yo misma sé. Comencé a deprimirme, a llorar sin parar y lamentarme por la persona que era. Llegué a odiarme. Poco a poco me fui auto-convenciendo que no era perfecta, que no gustaría nunca a nadie y que físicamente era lo más desagradable para la vista.

Mi físico era de chica adolescente en desarrollo, normal, pero yo pensaba que no era así, que mis anchas caderas eran feas e inaceptable en la sociedad. No podía explicar ese sentimiento tan desgarrador que sentía al mirarme en el espejo, no soportaba ir subiendo la vista hasta encontrarme con mis ojos y ver que de ellos brotaban silenciosas lágrimas recorriendo mis mejillas.

Intenté ser como las demás, hice lo posible pero fracasó. Me llamaban gorda y cuando adelgacé me llamaron enferma, esto demuestra lo contradictoria y tóxica que era la sociedad.

Llegué al límite, al borde de la anorexia y el suicidio. Necesitaba vías de escape que me hiciesen sentir bien y huir de este horrible mundo, pero... como dije, llegué al límite, algo me frenó y me obligó a recapacitar.

Acostumbraba a comparar mi vida con un libro, uno con la portada negra y el título en letras blancas, intacta, con las hojas aun impregnadas de ese olor a tinta e imprenta. Ni una esquina doblada, símbolo de que nadie marcaba esa página para más tarde seguir leyendo. La metáfora es; nadie se ha molestó en conocerme a fondo, en ver que en verdad soy una persona original y de lo mas interesante.

¿Que qué fue lo que me subió el autoestima para considerarme una persona original e interesante en vez de inútil y despreciable como antes? Un grupo de música. Sus canciones fueron reveladoras, inspiradoras y me ayudaron. ¿Y sabes qué? Todos mis estados de ánimo y sentimientos negativos fueron a cambiarse por los positivos aumentando poco a poco.

Todo lo que creía y pensaba de mí, son etapas que vienen, pasan y se van, que en adolescentes es muy común ser diferente, es lo mejor que puedo ser, que ser imperfecta me hace perfecta y que soy bastante poderosa, sin que nadie me entorpezca ni critique mi trabajo.

Aprendí a quererme, a valorarme más y a ver que lo que creía un defecto era una virtud.

Del Infierno al CieloWhere stories live. Discover now