PRIMERA LÍNEA -De batalla-

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1. ¿PERO QUIÉN SE A CREÍDO QUE ES?

Estoy harto del poeta que llevo dentro. 

Cada vez que viene un buen mes a presentar su dimisión o la tristeza se detiene en mi puerta para untarme su inquietud en las tostadas, se frota las manos pensando en sacar algún rédito de todo aquel desorden. 

No se queda parado ni conmovido por el golpe y ni mucho menos corre como un chiflado hacia mí -que soy el- para preguntarme cómoestás, puedoayudarteenalgo, tranquiloqueestoyyoaquí.

Qué va... Se queda ahí en su Parnaso apuntando en su libreta o en su cabeza de chorlito todo lo que siento, el relato de mi desplome a cámara lenta. 

Se pone cirujano el muy cabrón y comienza a hacerme la autopsia. 

Cada vez que me quedo dormido sobre una zanja, cuando me cae un meteorito en pleno lunes, siempre que encojo el camino del verano o la soledad por accidente y la vida me zarandea como un papel de chicle en un tornado, allí se queda, mirándome, y se pone a juntar palabras en su probeta como quien pone fichas de dominó para un derrumbe y se pone a construir frases, como un mecano del desastre y con mis miembros doloridos y el tumulto que me queda me regala un poema de tal altura que da igual lo que haya pasado hasta ese momento, cuando me lo da a leer siempre lo miro agradecido y lo perdono, pensando que todo aquello, su forma de ignorarme y mi dolor, en realidad, ha merecido la pena. 

2. TENGO UN AMIGO POETA

Tengo un amigo poeta.

Se llama Diego y al igual que yo está loco por juntar palabras, por plasmar la palabra sentimientos sobre la palabra cuaderno. 

La palabra poesía nos tiene a los dos un poco obsesionados.

No paramos de pensar en escribir la palabra adjetivos, en diseccionar con la palabra bolígrafo la palabra nostalgia, en relatar la palabra infancia o la palabra pasado. 

A veces la palabra inquietud me ronda por la cabeza porque empleo todo el tiempo en los cuadernos y entonces marco en la palabra teléfono el numero de la palabra Diego para que olvidemos nuestro oficio por un rato. 

 Ey, papi, le digo. Si quieres quedamos en la palabra noche y organizamos la palabra fiesta e invitamos a la palabra amigos.

Tráete a la palabra novia que también va estar la mía.

Nos vemos en la palabra metro.

Llama a la palabra Ramito y a la palabra Marino que yo llamo a la palabra hermano y a la palabra Lucas. 

Y así pasamos la palabra horas, entre la palabra rones y la palabra risas, arreglando la palabra compañía.

Con eso basta. No necesitamos ninguna palabra más.

Porque ahí está ella desde hace un rato, a nuestro lado, con su risa perfecta, la palabra felicidad. 

 3. LAS TARDES DE DOMINGO 

                                                                                                              Las tardes de domingo esperaré tu llamada.
                                                                                                                                                                   ISMAEL SERRANO

Ahora que hemos venido a entender que los domingos no son otra cosa que la nostalgia de los sábados, mañana de luz festiva y tardes grises donde dos manos se aprietan sin fuerza en unos cines. 

Todos mis futuros son contigo-MarwanOn viuen les histories. Descobreix ara