Capítulo 5. | ¿Esperanza?

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Días atrás.

13.

Mantuve mis ojos cerrados después de despertarme. Había soñado otra vez con mi última víctima, con mis manos alrededor de su cuello, sus quejidos y su último aliento. Después de un año aún seguía teniendo su última imagen en mi cabeza y mi subconsciente no hacía nada más que recordarme mis pecados como si de un látigo se tratase. Por más que quisiera sentir arrepentimiento no podía, era un sentimiento que aún no había descubierto y que dudaba mucho que a estas alturas aprendiese.

Esas imágenes en mi cabeza solo me causaban satisfacción, al contrario que a mi subconsciente me gustaba recordarlas para ser consciente del poder que tenía.

Una voz entró en mi mente invadiendo la turbia escena y me vi imaginándome otra situación distinta. Aquella chica del interrogatorio, su peculiar carácter y esa inocencia que había despertado en mí un ligero interés sin siquiera verla. Me imaginé su piel contra mis manos y como el color rojo manchaba esa pulcritud, me excitaba solamente el pensarlo.
Suspiré acariciando ligeramente mi erección por encima del uniforme carcelero.

Las imágenes pasaron una detrás de otra y sin darme cuenta me vi sacándola del pantalón, acariciándola de arriba a abajo. Saqué en mi mente una imaginaria navaja reluciente y pasando la hoja por su pecho, apreté ligeramente hasta que gotas de sangre comenzaban a recorrer su pálido cuerpo. Aumenté la velocidad de mi mano.
Sus gemidos y su mirada asustada aumentaron mi excitación, gemí.

Me imaginé lamiendo esas gotas que había provocado y un sentimiento de poder me invadió por completo. Aproveché para rodearle el cuello con mis manos y disfrutar del sentimiento de control. Mi polla se endureció cada vez más y sabía que estaba a punto. Exhalé.

Seguí apretando el cuello incluso cuando éste se tornó rojizo, había manchado su piel y eso me complacía. Vi en sus ojos una súplica, vi como quería luchar y cómo su vida estaba al límite. Noté mi final y el suyo. Aumenté mis movimientos a la vez que seguí apretando su cuello, el clímax invadió mi cuerpo y me corrí a la vez que arrebaté su vida. Llegamos al final juntos. Y a pesar de que todo eso había sucedido en mi mente, mi cuerpo no podía esperar a conocerla realmente.


Actualmente.
Ubicación desconocida. 16:00.

Zara Di Ángelo.

— Érase una vez una princesa muy hermosa que vivía en un reino rodeado de monstruos, la princesa era alegre, buena y tenía un corazón gigante. Ella no era consciente de todo lo que le rodeaba, pues pensaba que toda persona a pesar de ser monstruos, albergaba luz en su interior. Un día se le presentó un caballero que le llamó rápidamente la atención, pues despertó en ella sus más profundos deseos. El caballero demostró ser todo lo que ella necesitaba, la princesa le mostró la profundidad de su alma sin saber que estaba cayendo en la profundidad de un agujero negro. El caballero le prometió acabar con todos los monstruos del reino, pero no del más peligroso; él. —

Arrugué la frente alejando las uñas de mis labios, miré a mi hermano esperando a que acabase la historia.

— ¿Ya? ¿Y el final feliz?

Me quejé haciendo una mueca mientras me cruzaba de brazos. Él me miró fijamente.

— El final es el que tú quieras darle.

— ¿Pero el caballero no cambiará al conocerla?

Pregunté desesperada por no haber tenido un final feliz. Dibujó una sonrisa vacilante, como si me estuviera llamando ingenua.

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