Daddy's Secret j.b CANCELADA

Mom.

Justin Bieber.

-Diablos nena, sólo espérame en la cama, ¿si? -murmuré al teléfono.
-Si, daddy. Nos vemos ésta noche, amor -y con eso corté la llamada.

Me senté sobre el sofá de la habitación. Amelié había despertado hace ya unas horas, pero pedí que la vuelvan a sedar.

-Bieber, no podemos sedarla cuantas veces quieras. Eso afectará su organismo -el médico llevaba unos quince minutos repitiendo lo mismo.
-lo van a hacer cuantas veces se me de la gana. No por nada les pago, hagan lo que deben y ya.

Suspiró -No es nuestro deber afectar la salud de nuestros pacientes.

Sólo ignoré todo lo que tenía para decir, solía hacer eso hace unos días. Todo lo relacionado con ella.

Omnicent.

Justin se encontraba parado frente a la puerta del apartamento de aquella mujer, aquella por quién se volvía completamente loco.

¿Cuántas veces habrá cometido catástrofes sólo por mantenerla a ella feliz?

Tocó varias veces la puerta y una sonrisa adornó su rostro al verla aparecer por el umbral con tan solo una bata de seda negra.

-Te tardaste mucho -murmuró ésta y le dió el paso al muchacho.

Justin comenzaba a sentir un gran bulto asomarse con tan sólo observar las piernas de su amada. O eso era para él.

Tan sólo mirar su fino rostro, recordaba las cosas que había hecho por ella...

"Cariño, podremos estar juntos si sólo la matas, por siempre juntos" el deseo que abundaban los ojos de la morena, hipnotizaban al gran Bieber.

¿Su primer asesinato? Claro, como olvidar (de hecho, si la había olvidado con el paso de los días) Halley; la rubia con un gran cuerpo escondido en una mente de diez años.

Su primera babygirl. La segunda fue Annalicè, la francesa que había conocido en un viaje de negocios. También la mató por Valerie.

Su lista encabezaba unos cinco asesinatos, y su cómplice era nada más que la grandiosa Valerie Ryffter.

Y ahora sabía, que tendría que asesinar a alguien más. Pero no podía, sólo le servía con lastimarla. Pero no podía matarla.

-¿En qué piensas Justin? -Valerie interrumpió sus atormentantes pensamientos.

Justin no respondió y besó castamente a la morena, llevando la noche a algo más duradero.

(...)

Los días habían pasado, Justin seguía asistiendo las tardes al hospital como si nada.

-¿Cómo te sientes, cariño? -preguntó Justin a Amelié.

Pero ella volvió a ignorarlo. En cada oportunidad que lo veía, sólo sabía ignorarlo. Ella quería irse de allí, sola.

-¿Te comieron la lengua los ratoncillos? -bromeó éste pero ella sólo suspiró.

Desde que había despertado, sus humores no eran los mismos. Ya no hablaba ni emitía emociones, sólo una pequeña sonrisa al médico y nada más.