Capitulo diez.

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Caí encima de Ari, tratando de que nuestras respiraciones se normalizaran, sentir como se corría fue.. Dios. Jamás me arrepentiría de haber roto la promesa que le hice a mi madre y estar con Ari; era algo que yo deseaba.

Me baje de Ari, me sentí vacía de nuevo pero, me acomodé al lado de él, en su pecho, pasé una mano por encima y me quedé dormida mientras Ari acariciaba mi cabello y me decía palabras bonitas.

Me dormí feliz.

Un ruido hizo que me despertara, y al estirar la mano no sentí a Ari, así que abrí los ojos y levanté la cabeza, pero no estaba, me incorporé para ir a buscarlo, pero no fue necesario, Ari entro por la puerta con un vaso de leche. Yo en la cama, viendo a Ari que caminaba hacia mi totalmente desnudo y con un vaso de leche, me sentí mojada de nuevo.

- Lo siento, me dio hambre y fui por un poco de leche. - Me sonrió, ya me estaba acostumbrando a su sonrisa tan divina - ¿Quieres un poco?

- No - Moví la cabeza en negación. - ¿Qué hora es?

- Creo que las nueve de la noche.

- ¿Qué? -Me levanté de la cama. - Es tarde, me tengo que ir, de aquí a mi casa hay como una hora, y mañana tengo trabajo. - Comencé a buscar mi ropa.

Ari soltó una carcajada mientras caminaba hacía mi.

- No pasa nada Amanda.

- ¿No pasa nada? - Tenía clases al día siguiente, y a primera hora, ¿Y no pasaba nada? además de su casa a la mía había como una hora de distancia.

- Mañana es sábado Amanda, - ¿Leía mis pensamientos? - No tienes que trabajar. - Ari soltó otra carcajada, y yo levanté una ceja mientras soltaba la camisa que fue lo único que encontré.

- Bueno, no me acordaba que mañana es sábado, además pues, Andrea me debe estar esperando, me tengo que ir de todas formas. - Hice un puchero.

- Quédate vale. - Ari se acercó a mí, su sexo estaba en mi vientre y sus manos en mi cara, ¡Que calor! - Me gustaría mucho amanecer contigo. - Mordí mi labio. - ¿Que dices? ¿Te quedas? - Sonrió de lado.

Me incliné un poco para así llegar a su boca y besarlos, eso era trampa, como podía pedirme que me quedara cuando su sexo palpitaba en mi vientre, eso era jugar sucio. Aún besándonos comencé a caminar, obligándolo a caminar a él también, cuando quedó tirado en la cama, baje de su boca hasta su pecho.

- Me encanta tu pecho y tus brazos, ¿Vas mucho al gimnasio? - Dije entre besos.

- Algo así. - Baje hasta su miembro, pero no hice nada, solo lo observé. - ¿Te gusta lo que ves? - Musitó Ari sacándome de mi trance.

- ¿Tu qué crees? - Levanté una ceja y llevé una de mis manos a su pelvis, y con el dedo índice comencé a acariciar su miembro, lo recorría con mi dedo.

- No lo sé, dímelo tu.

- Mejor te lo demuestro. - Y bajé mi boca hasta el miembro Ari que ya había cobrado vida, se estaba empezando a poner duro, muy duro. Lo introduje a mi boca, besándolo, lamiéndolo, chupándolo, adueñándome de él, Ari ya empezaba a retorcerse.

Ari llevó su mano a mi cabeza, haciéndose cargo de la mamada; aprovechando eso, lleve una mano a mi sexo para acariciarlo, era mucho el tener el miembro de Ari en mi boca y no tocarme, ese miembro que había visto y disfrutado tan poco pero que ya tanto placer me proporcionaba me encantaba.

Quiero Todo Contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora