Bendito castigo.

2K 201 56
                                    


Cuando por fin logré levantarme, comprobé que Theo había desaparecido. 

Llevé mis manos a mi abdomen y caminé lentamente, hasta que agarré mi mochila del suelo. Poco a poco, me adentré de nuevo en los pasillos del instituto. Al pasar por la puerta de la cafetería pude ver a Scott. Pasé de largo, dirigiéndome a la salida. Ya había tenido suficiente por hoy.

Cuando por fin logré llegar a casa, tuve que aguantar el sermón de mi madre por haberme marchado del instituto antes de hora. 

- Por un día, no pasa nada, mamá. No me encuentro bien y sólo me salto el entrenamiento ¿Que hay de malo?

- Me da igual, Liam. Conoces tus obligaciones, y entre ellas no está lo que has hecho. ¿No hace falta que te diga que estás castigado no? 

- ¿Castigado? - Murmuré alzando mis cejas -.

- Así es, Liam. Vas a estar dos semanas sin salir, del instituto a casa, y de casa al instituto. ¿Lo entiendes?

- ¿Sólo dos semanas?

Sabía que aquellas palabras iban a enfadarla más aún. Pero me hacía un favor castigándome. 

El tener que quedarme encerrado en casa, suponía para mí una bendición, y no un castigo en aquellos momentos, así que lo que intentaba era que aumentara la duración de ese castigo.

- ¿Me estás tomando el pelo Liam? - Preguntó tranquila mirándome a los ojos - ¡¿Me estás tomando el pelo?! - Gritó alzando sus manos, por lo que opté por dar un paso atrás, por si me daba una bofetada - Sube a tu habitación ahora mismo, y no te quiero ver por aquí hasta mañana. ¡¿Te queda claro?!

Asentí en silencio y me escabullí de allí rápidamente. No me gustaba hacer enfadar a mi madre, pero fue necesario. Subí las escaleras rápidamente y cerré la puerta de mi habitación cuando entré.

Pasé la tarde entera jugando al call of duty. 

Como mi madre me había dado a entender, el castigo incluía no cenar, así que no tuve más remedio que meterme en la cama, e intentar dormir antes de que el hambre volviera a mí de nuevo. Aquel día sólo desayuné. 


El despertador destrozó mis oídos para despertarme aquella mañana. Odiaba ese maldito pitido con todas mis fuerzas. Cada mañana, lo golpeaba con fuerza, tratando de romperlo, pero nunca se rompía. 

Me levanté a desgana de la cama y directamente, me desnudé para irme a duchar. 

Tras la ducha, me vestí rápidamente y bajé con la intención de comerme todo lo que hubiera en la cocina. Mi estómago rugía cabreado, después de haber estado en ayunas tanto tiempo. 

Casi me zampo una caja de cereales entera esa mañana. No paré hasta sentirme saciado. 

Después de aquello, agarré mi mochila y la llené de porquerías. Barritas de chocolate, bollos rellenos de cacao, varios zumos, y algunas chucherías. Ya estaba listo para afrontar un día más el instituto. Solo que aquel día si iba a poder comer.

Agarré una chaqueta, y tras ponérmela, cargué con la mochila y me decidí a salir de casa. 

Abrí la puerta y dí un paso fuera.

- Buenos días, Liam. ¿Vas a algún lado? 

Alcé mi mirada y volví a meterme en casa rápidamente al ver a Stiles delante de casa, empuñando el bate de béisbol. 

Seguramente había hablado con Scott, y este se lo había contado todo. Probablemente venía a partirme la cara. 

Caminé de nuevo dirigiéndome a la cocina. Si quería salir, debía hacerlo por la puerta de atrás. Sólo así podía impedir que Stiles me diera una paliza. 

Abrí la puerta cuidadosamente, tratando de hacer el menor ruido posible y salí de puntillas. Cosa que me parecía una idiotez, ya que Stiles no podría oírme, pero aún así, lo hice. 

Cerré la puerta muy lentamente y me volteé para salir pitando de allí. Y ahí estaba él. Scott.

Volví a girarme rápidamente y traté de abrir la puerta, pero pude ver como Scott colocaba su mano en la puerta, y presionaba para que no pudiera abrirla.

- ¿Podemos hablar? ¿O vas a seguir evitándome?

Los pasos de Stiles acercándose, hicieron que aún me pusiera más nervioso. 

- ¿Quieres que le atice Scott? - Preguntó Stiles, acercándose a nosotros -.

- No vas a atizar a nadie, Stiles. Creo que deberías dejarnos hablar a los dos. A solas.

Tras asentir, Stiles se marchó, no sin antes de hacerme ver que portaba el bate en sus manos.

- ¿Podemos hablar? - Insistió Scott  nuevamente -.

Nuevamente intenté abrir la puerta tirando de ella con fuerza.

- Venga ya Liam, el que debería de intentar hablar conmigo, eres tú y no yo. 

- ¿Vas a dejar que entre en mi casa de una vez? - Pregunté molesto sin si quiera mirarlo - No quiero hablar contigo.

- Al menos, deja que te diga algo, Liam. 

- Di lo que tengas que decir, y márchate, de verdad. No quiero nada de esto. 

Scott bufó mirándome y golpeó la puerta con su mano. 

- Se que las cosas, no han ido muy bien últimamente. No sólo contigo, hablo de la manada en general. Y me gustaría que volviéramos a estar todos juntos de nuevo, Liam. Y para eso, necesito que me hables, y no me evites. ¿Entiendes? 

- Yo no tengo manada, Scott. La tenía, pero después de todo esto, prefiero estar sólo. Así que si has venido pensando en que iba a lanzarme en tus brazos, después de todo lo que ha pasado, lo siento por ti, pero ya puedes irte.

- ¿Estás seguro? - Preguntó alzando las cejas - Yo creo que te conviene tenerme cerca. Eres un chico muy volátil, y a la mínima, te pones cómo un loco. Deberías pensar lo que estás diciendo. Podrías hacer daño a alguien otra vez. 

- Será mi problema, Scott. Se solucionar mis propios problemas - Respondí mirando a un lado - ¿Puedes dejar que me vaya al instituto al menos? 

- Por supuesto, pero piensa lo que te estoy diciendo. Todos cometemos errores, y bueno, eres mi beta... Me duele lo que estás diciendo.

- A mi me duelen muchas cosas, y no voy por ahí dándole el coñazo a la gente. 

Después de aquellas palabras, lo aparté de un empujón, y me dispuse a ir al instituto. 


Perdido en mi otro yo (Thiam).Where stories live. Discover now