Capítulo 2

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Brittany Susan Pierce nunca había sido una persona impresionable. Apasionada sí, pero no impresionable. Tenía fama de vivir al límite, poniendo corazón y alma en lo que hacía, y quizá por ello a todos les sorprendía cómo estaba afrontando el asunto de su boda.

Su boda, pensó con ironía, curvando las comisuras de sus labios en una sonrisa.

¿Quién iba a decirlo? Ella, el alma libre, la rebelde, la independiente de la familia, estaría casada en una semana. Y no de manera rápida y sencilla, qué va...vestida de blanco como si fuera un enorme mazapán y organizando un banquete al que asistirán cientos de personas. Si se lo hubieran dicho unos años antes...

Todavía podía recordar con añoranza conversaciones de veranos pasados, todas ellas con un cóctel en la mano, un bikini y un ocasional porro colgando de sus labios. <<Yo nunca me cansaré>>, solía afirmar en esas tardes cadenciosas, una y otra vez. <<No, de veras,no me pongas esa cara, Sam, hablo completamente en serio>>. De eso ya hacía mucho tiempo, ¿no? Un par de años por lo menos, aunque a Brittany le parecía mucho más. Y ahora allí estaba. A punto de casarse. Su primo se iba a burlar de ella lo que les restaba de vida.

A todo esto, ¿qué hora era? Seguramente ya habría llegado o estaría a punto de hacerlo. Él y su nueva novia, que sería otra remilgada profesora de universidad, como muchas otras les había presentado antes. Que pereza.

Brittany miró su reloj de pulsera, consiente de que había perdido la noción del tiempo. Cerró la revista que tenía en su regazo y alzó los brazos por encima de la cabeza para estirar la espalda. La pálida luz que se filtraba por la claraboya del techo de la biblioteca iluminó su cara y descendió por sus cabellos de color dorado. Estaba tan a gusto permitiendo que los últimos rayos del sol le acariciaran el rostro que podría haberse quedado así lo que restaba del día, con los ojos cerrados, permitía que la paz que sentía relajara todos sus músculos, pero entonces escuchó un fuerte ruido a sus espaldas que le hizo abrir los ojos de golpe.

No estaba sola.

-¿Hola? ¿Quién está ahí?

Brittany se puso en pie y giró en redondo, tratando de localizar la procedencia del ruido, pero no fue capaz de ver a nadie. Inicialmente pensó que algún libro se había caído de las inmensas estanterías. Había leyendas sobre que aquella casa encantada, pero nunca les había hecho caso. Menuda tontería. El único fenómeno paranormal que había visto era la puerta del garaje, que siempre se quedaba atorada, daba igual las veces que la cambiaran. Siguió buscando la procedencia del ruido cuando advirtió que algo se movía tras una de las columnas de la biblioteca.

-¿Hola?

Entonces la vio. Una muchacha de pelo color chocolate estaba escondida tras la columna, agazapada como un ratoncillo asustado. Oh, vaya, su primo le había advertido que era tímida, ¿pero tanto? ¿Deveras?

-Me alegro de que Sam piense que eres una persona honesta, porque como ladrón ni podrías ganarte la vida.

La muchacha entonces asomó entonces la cabeza. Todavía parecía asustada y estaba tan avergonzada que sus mejillas ardían al rojo vivo.

-Lo siento muchísimo, de veras no pretendía molestar. Me he perdido y...

Brittany puso una mano en la cadera y arqueó las cejas, esperando lo que sin duda vendría a continuación. Sucedía siempre de igual manera. El gesto de desconcierto, la súbita palidez...algunos hasta empezaban a tartamudear. Estaba tan acostumbrada a ello que casi se sorprendió ver que aquella asustadiza muchacha no atravesó por ninguno de esos estados. Ella simplemente pestañeo un par de veces  luego la miró de una manera sencilla, limpia, como pocas personas lo había hecho antes.

A lo mejor no la había reconocido, pensó. A lo mejor estaba frente a una de esas extrañas personas que vivían en una constante burbuja, ajenas a todo aquello que no pasara en sus pequeños barrios. ¿Sería posible?

-No hace falta que te disculpes -dijo intentando llenar con palabras la extrañeza del momento -. Además, ya estaba deseando conocerte. Supongo que tú eres Santana. Sam me ha hablado mucho de ti, pero no me dijo que fueras tan guapa. Soy Brittany, por cierto.

-Sí, lo sé.

Ah, bien. Lo sabía.

Será Nuestro Secreto (Adaptación Brittana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora