Capítulo 36

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Saber que los latidos de mi corazón me ponen como si me faltara el aire lo vuelve un poco más complicado Miro la puerta nerviosa, tengo miedo que esto que estoy haciendo se convierta en lo que no espero, y pero soportable. Estar moviéndome de un lado ahora pensando si es lo correcto, es como si quisiera correr como a la vez no hacerlo, me calmo con un suspiro deteniéndome frente a la puerta de nuevo, estoy segura que Eliot tiene que estar viéndome como si estuviera loca, pero es que esto me tiene incomoda, levanto la mano pero entonces vuelvo a bajarla. Pienso a lo que vine, que no debo retractarme, que puedo con esto y mucho más, toco el timbre de la enorme casa antes que pueda arrepentirme, trago en seco cuando escucho pasos adentro que me indican que alguien abrirá la puerta, espero que sea quien quiero que sea. Cuando la puerta se abre mostrando a la persona que me ha hecho venir a estas horas de la madrugada por mí misma, esa persona contiene un jadeo de sorpresa cuando sus ojos azules me observan preocupados, obvio debe parecer asombrado, porque son las dos de la madrugada y estoy en su puerta con cara algo avergonzada y lo único que hago es abrazarme a mí misma.

─ ¡Dios mío Ana!... ¿te encuentras bien hija?─ me pregunta preocupado Sebastián saliendo de la casa y mirándome de pies a cabeza para saber si estoy bien. Lleva puesto su pijama de cuadros, de camiseta en conjunto y pantalón holgado, tiene una expresión de preocupación y ver que en si todavía se preocupa por mi eso hace que me sienta vulnerable, es un indicio que me dice que todavía actúa como un padre y se preocupa por mi bienestar.

─No─ respondo a su pregunta cuando lo miro directo a los ojos, mis ojos quieren cristalizarse así que respiro profundo para poder decirle. Que le de esa respuesta es un motivo para que en su cara se vuelva algo mucho más preocupada.

─ ¿Te duele algo?─ me pregunta alertado al esperar respuesta.

─Me duele que hayas venido siendo el padre que quise de pequeña y que desee con todo mi corazón que volviera─ murmuro siendo sincera, sus ojos me miran con dolor plasmado─ Has vuelto trayendo contigo esa niña, y la idea de verte ahora es como sentir que la vida me ha dado lo que le suplique hasta los diez años sin descansos, y por esto fuiste un bum en mi vida, pedí tanto tu regreso que fueron incontables las veces sabes, y entonces que estas aquí me encuentro peleando con la Ana resentida de ahora con la niña en mi interior que siempre te amo, ¿Acaso fue mi culpa que te fueras?─ le expreso con dolor palpitante, niega con la cabeza de inmediato. Pone sus manos sobre mis hombros, no me inmuto ante su tacto, solo permanezco mirándolo mientras me mira con culpa y nostalgia a la vez.

─ ¡Claro que no hija!, como vas hacerte responsable del peor error de mi vida, toda la culpa es mía, nada que ver contigo Ana─ aborda con ojos expresivos y voz entre cortadas─ Sé que te he dicho mucho que me perdones, porque en verdad no sabes cuánto me duele verte ahora grande y ser testigo que los años que perdí contigo es lo más doloroso que he pasado en mi vida, te veo y no sé cómo sentirme, me perdí tantas etapas en tu vida que con eso basta para que la vida me castigue con ello, pero no quiero que te castigues tú, no tienes la culpa de nada hija, te lo prometo─ termina por decir quitando sus manos mientras una lagrima acaricia su mejilla, y mis ojos se humedecen de inmediato. Tantos años creyéndome en lo más profundo de mi ser, si era mi culpa que se haya ido y que su matrimonio con mamá no funcionara, que él me dijera lo que tanto desee escuchar, es como sentir mi cuerpo ser liberado de ese peso, que sin duda alguna no tenía nada porque lastimarme cuestionándome sobre su abandono. Ahora me doy cuenta que haber venido en busca de respuestas, ha sido la mejor decisión que he tomado para seguir adelante con mi vida, alejando cualquier tipo de pensamientos negativos que lo único que hicieron fueron lastimarme.

Me sorprendo llevando mi mano a su cara y secar sus lágrimas mientras me mira asombrado de mi gesto, lo miro con ojos compresivos cuando se le escapa un sollozo que claro me vuelve triste. Bajo la mano a su hombro y doy un pequeño apretó que llama su atención, su mano cubre la mía sin apartarla de su hombro, mis lágrimas acompañan las suyas, y es un momento que nunca creer ver, pero aunque no lo diga en voz alta me hace sentir bien, porque sé que no estoy sola tampoco en esto.

Solo TuyaWhere stories live. Discover now