Entretenimiento

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Una, no, varias veces me preguntan "¿Por qué juegas tanto a los videojuegos? ¿Es divertido mirar una pantalla varias horas seguidas?"

Es algo que tiene fácil respuesta.

Se puede tachar de algo poco sano, adictivo, e incluso de algo que te excluye, pero no se niega la capacidad de absorción que puede llegar a tener. Un libro, una película, una serie, una canción. No son más que materializaciones de historias que, si consigues comprender y sentir, te encierran en un lugar casi idílico del que difícilmente se quiere escapar. Una nueva realidad que a lo mejor no llega a verse como un sustituto de la propia, sino más bien como un escape temporal de lo que querríamos y no podemos cambiar.

Es como una droga de duración casi ilimitada, que en ocasiones merma su poder hasta el punto de querer devorar otra. Y otra. Así pasan las horas, entre páginas, escenas, notas.

O menús.

Es más sencillo que tratar de asimilar, de ver que hay miles de cosas que quieres cambiar, gente a la que cuestionar, tareas que cumplir. Darse cuenta de las limitaciones es complicado cuando se puede ser otro en otro lugar, o cuando la situación que preocupa no es la nuestra.

Detrás de cada modo de entretenimiento hay una cabeza pensante y un grupo de personas que lo han hecho realidad que, si realmente lo pretenden, han pensado aunque sea inconscientemente esto. Es más sencillo vivir así.

La respuesta es fácil, pero quizás algo extensa.

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