~Capitulo 4:

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Corrió hacia el muchacho, como si fuese a desaparecer en cualquier momento y él fuera la persona con el honor de verlo por última vez, y simultaneo a eso... Dave solo se desplomó en el suelo.

-¡Dave... Dave Strider! ¡levantate!- pero el rubio no le obedecía.

El chico de ojos azules le retiró la mano del pecho y vió como una flor carmesí se formaba en la camiseta del mayor; solo se preguntó, ¿que carajos era lo que había sucedido? y no dudó en subir la prenda para ver el daño; en un cuerpo esculpido al estilo Strider, en sus costillas había una incisión no muy profunda, pero que de igual manera logró revolverle el estomago al menor, que no tenía ni la menor idea de que hacer.

-Dave...- susurró antes de que los nervios y la adrenalina le ganaran y soltarse a llorar.

Buscó un teléfono en todas partes; y con todas partes me refiero a sus pantalones, porque no traía mochila, y la verdad tampoco una billetera o celular; así fue como John llegó a una conclusión, acaban de asaltar a Dave.

Tomó su propio teléfono y tecleó el número de emergencias, habló con la operadora e hizo todo lo posible por mantenerlo animado mientras llegaba la ambulancia; cuando lo subieron al vehiculo, fue la última vez que el menor le vio... por lo menos durante toda esa semana.

Hasta que un Dave más alto, con una gorra, lentes en punta y portando sin discreción un sable, entró en el aula de clases del chico con paso fuerte.

-¿quien es John Egbert?- preguntó con serenidad, atrayendo toda la atención, no solo de la clase del pelinegro, sinó tambien de los chicos que recorrían los pasillos.

-aquí...-respondió el chico, con el temor creciendo en su panza.

El rubio camino hasta su asiento, se arrodillo y tomó la mano de John.

-gracias por ayudar a mi hermano, sin ti de seguro no hubiera llegado al hospital- se acercó demasiado a la oreja del pequeño- es más debil de lo que aparenta

El rubio se percató de todo el revuelo que estaba armando y de la mirada acusadora de la maestra y se levantó haciendo un gesto como para que todos estuvieran calmados, luego comenzó a caminar hacia la puerta.

-espera...-llamó John para detenerlo- quiero verlo

-¿el señor Strider podría esperar un momento a que se acabara mi clase para dialogar con John Egbert?- pidió la maestra mirando con autoridad a Dirk.

-claro, señorita Dolittle- agachó la cabeza y, sin despedirse de nadie, salió del aula.

John no podía esperar para escuchar esa hermosa campana y poder salir a hablar con el rubio sobre como estaba su amigo.

Y diecisiete minutos después chilló, advirtiendo a todos que la clase había terminado y eran libres de salir a su receso; no fue mucha espera, pero al pelinegro le parecieron eones.

Se puso de pie y caminó hacia la puerta, Dirk estaba apoyado en una pared, con actitud sobria y cool... como un Strider, y rodeado de las chicas de último año.

-vale... viniste aquí a hablar conmigo, no a arriesgar por que te encarcelaran- habló auyentando a las feminas cual si fueran moscas- ¿sabes que la mayoría de estas chicas tienen menos de dieciocho, cierto?

-posiblemente... pero no coqueteo, eso no es lo mio; ellas solo estaban admirando mi belleza- admitió con un ademan presuntamente altivo, ahora John entendía porque Dave era parcialmente así- dijiste que querías verlo...

-exacto, necesito verlo- el pelinegro pensó que la manera en la que Rose le había dicho que actuara con el menor de los Striders en realidad debía aplicarse en todos los Striders... así que para colmo, debía pretender ser cool con el hermano de su amigo.

-te podría sacar de aquí en este mismo instante, pero luego no hubiese quien le diera los apuntes a Dave- dijo el mayor.

-no quiero irme ahora... simplemente quiero que me digas en que hospital esta- rogó el chico de ojos azules.

-pues me hubieses dicho eso desde un principio- negó Dirk- te llevaré...

-pero aún quedan horas para que pueda salir- reclamó John.

-estas olvidando que hablas con Dirk Strider, el adulto más cool en adultolandia- lo recien dicho por el hermano de su amigo le provocó una carcajada- te esperaré... y aprovechare para probar si mis capacidades de conquistador siguen igual a como cuando tenía tu edad- la última frase fue simplemente susurrada, haciendo que John se pusiera en alerta.

En tanto llegaba la hora de salir, el pelinegro era perseguido de clase en clase por el mayor de los rubios, que se transportaba con una estela de muchachitas tras él; siempre fue vigilado por los fieros y azules ojos del amigo de su hermano; milagrosamente, dos horas despues, la campana chilló y John fue el primero en tomar su mochila y salir corriendo.

No quería posponer mas el hecho de ir a ver a su Da... a Dave.

-tienes prisa- comentó Dirk corriendo tras el pelinegro hacia la salida del establecimiento, John no respondió.

Strider le guió hacia un lindo auto negro y abrió la puerta del copiloto, como todo el caballero que era, para que el chico de ojos azules tomara asiento.

No les tomó mucho tiempo llegar al hospital, quizá era porque habían compartido una avida conversación sobre el queso durante todo el camino... porque no hay temas mas interesantes o importantes que ellos quisieran tratar, simplemente querían hablar sobre queso.

-¿en que habitación esta Dave?- preguntó John apenas pisar el establecimiento.

Una mano fue dejada en la cabeza del menor- tranquilo...- dijo Dirk, separando y enfatizando respectivamente cada silaba de lo recien dicho.

-yo estoy tranquilo, es solo que tu estas muy relajado- se excusó de brazos cruzados- ahora vamos a esa habitación en este preciso instante

-mande usted- aceptó el mayor y se acercó a la recepción en donde una aburrida secretaria se limaba las uñas- hola, venimos a ver a David Strider

-¿quien lo visita?- preguntó en tono desinteresado la mujer.

-su hermano mayor y un primo- mintió.

A John se le helo la sangre, no tenía una celula parecida a Dave, no era su primo... ¡esto es ilegal!

The Only One ®Where stories live. Discover now