Capítulo 44

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•Narrador normal•

—Vamos Arlo ¡corre!—dijo Angelo mientras corría por el patio huyendo de sus otros amigos.
—¡Ahí voy!—gritó Arlo siguiéndolo.
Los padres empezaron a llegar y a llevarse a sus amigos hasta que quedaron ellos dos.
—¿A qué jugamos ahora?—dijo Arlo sentándose en la escalera.
—No lo sé—Angelo acomodó su gorra.
—¿Te la regalaron tus papás?
—Si, mi papá me la dio en mi cumpleaños—dijo sonriendo orgulloso.
—Yo quiero una—dijo tomando la gorra.
—Mi papá me la dio porque soy su campeón—dijo sonriendo.
—¡Wow!—Arlo se puso la gorra pero Angelo se la quitó.
—Es mía jajajaja.
—Juguemos con la gorra.
—No... ¿Y si jugamos a las escondidas?
—Okay—Arlo se levantó de un salto.
—Tu cuentas—dijo Angelo y se echó a correr.
Arlo empezó a contar intentando no equivocarse. Cuando llegó al número ocho su mamá le tocó el hombro.
—Hola—dijo Arlo sonriendo.
—Hola mi leoncito. Vamos a casa.
—Espera... Tengo que encontrar a Angelo...—Angelo salió de detrás de las escaleras.
—¡Bu!—dijo Angelo riéndose.
—Hola pequeño Angelo. Ya nos tenemos que ir—dijo la madre de Arlo.
—Esta bien... Adiós—dijo adiós con la mano y se sentó en la escalera al lado de su mochila.
Se puso a ver cómo jugaban los otros niños y como llegaban los otros padres por ellos.
Se preguntó si su padre ya estaría en camino, le gustaba que su madre fuera por él pero  su panza ya era bastante grande y le costaba caminar. Se rió al recordar cómo caminaba su mamá. Se quitó su gorra para limpiarse el sudor de la frente y cuando iba a ponérsela de nuevo un hombre estaba frente a él.
—Hola peanut—dijo con una sonrisa que le causó miedo.
Angelo se puso de pie y retrocedió.
—No tengas miedo, no te haré nada. Tu mami me mandó por ti.
Angelo lo vio confundido.
—Mi papi vendrá por mi.
—No no, tu padre no podrá venir—dijo el hombre apretando los puños—. Por eso vine yo.
Angelo pensó en correr hacia el interior de la escuela pero el hombre le tomó la mano.
—No puedo hablar con extraños—dijo Angelo asustado en un susurro.
—¿Qué dijiste?—dijo el hombre acercándose.
—No puedo hablar con extraños...—dijo Angelo.
—No soy un extraño. Yo conozco a Adele y a Simon. También te conozco a ti... Mira—el hombre sacó una foto de su bolsillo—. ¿Sabes quién es la que está aquí?—dijo señalando la foto.
—Es mi mami—dijo Angelo.
—Si, ¿y este? Ese eres tú cuando estabas más pequeño. Yo tomé la foto. Fuimos al zoológico. ¿No lo recuerdas?
Angelo negó.
—Pues así fue. Soy amigo de tu mami. Ven, vamos, te llevaré a casa. Y antes podemos ir al parque que tanto te gusta.
Angelo seguía congelado, no sabía qué hacer. El hombre le daba miedo.
—Solo quiero pasar un rato contigo, hace mucho que no te veo peanut. ¿Qué dices?
Angelo pensó en que su mamá tal vez estaba en casa, y que su padre estaba en el trabajo, ya era tarde y él le dijo al señor que fuera por él a la escuela. Angelo asintió y siguió al hombre.
—Buen chico—dijo el hombre sonriendo.

Salieron de la escuela, Angelo seguía los grandes pasos del hombre. Caminaba muy rápido y Angelo apenas podía seguirle el paso. Cuando ya estuvieron un poco alejados de la escuela empezó a bajar el ritmo de sus pasos.
—¿Y cómo te fue hoy en la escuela?
—Bien—dijo Angelo tomando aire. El calor y seguirle el paso al hombre lo estaba cansando.
—No sabes cuánto te extrañé peanut...
—¿Cómo te llamas?—dijo Angelo para averiguar si había escuchado a su madre decir el nombre del hombre alguna vez.
—Me llamo Alex.
Angelo si había escuchado ese nombre. Su madre lo había mencionado un par de veces, pero su cara no era feliz cuando lo mencionaba. Angelo se detuvo un poco.
—¿Eres amigo de mi mami?—dijo dudando de nuevo. ¿Qué tal que a su madre no le gustaba la idea de que estuviera con él?
—Si lo soy, y tú madre me mandó por ti. Y me dijo que te llevara a los juegos.
Angelo sonrió emocionado.
•••
—¿Podemos ir a jugar hoy?
—No Angelo, tu mami necesita descansar.
•••
—¡Si!
—Podemos ir por un helado si quieres también.
—Emmm...—Angelo en verdad deseaba un helado por el calor pero quería ir con su madre no con él—. No...
—Le compraremos uno a tu mami también ¿Okay?
No muy seguro Angelo asintió.

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