CAPITULO 8

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Anteriormente

— Dos dobles Amelia, por favor. — asentí sin darle la cara y me puse hacerlos, esperando que los de Alex no se enfriaran, termine y los puse enfrente de él

—Aquí tiene Joven. — Tomo mi mano, trate de zafarme, pero solo logre que me agarrara con más fuerza. — Por favor... suélteme

— ¿Cuándo vas a dejar de llamarme Joven Nicholas?... Amelia desde que llego Alex has estado distinta conmigo y...

— No culpe a su hermano, usted sabe a la perfección lo que paso entre ambos y

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— No culpe a su hermano, usted sabe a la perfección lo que paso entre ambos y...

— ¿Nunca me perdonaras? — Ni siquiera podía verlo a los ojos, me sentía mal de hacerlo y peor sabiendo que para él solo era uno de esos juguetes que le gustaría para usar, ya había intentado abusar de mí, siendo de mi misma edad, mi fuerza no era nada comparada con la suya, recuerdo como paso y lo que sufrí al pensar que él me tomaría a la fuerza, pero gracias a Alex, como siempre, no pasó nada más que toqueteos de él hacia mi cuerpo... ese día me encontraba bañándome en la regadera de mi recamara, sabía que Alex llegaría en cualquier momento y quería que me viera distinta ya había acabado los labores del hogar, salí enredada en una toalla del baño, pues me cambiaria sobre mi cama, allí estaba el Joven Nicholas, al parecer necesitaba algo y al verme de esa forma... algo afecto su cerebro que se yo, y me tomo entre ambos brazos, no paraba de besarme aunque yo gritaba y me resistía, gracias al cielo se escuchó el escandaloso timbre de la casa y los gritos de Alexander, había llegado. Nicholas me observo y salió de allí corriendo suplicando silencio, cosa que hice sin ser testaruda.

— No... no sé de qué me habla.

—Sabes de que hablo Amelia, me siento mal por haber hecho eso, desde entonces ya ni siquiera me saludas, antes hablábamos y ahora...

—Creo que no entiende mucho Joven Nicholas, pero me sentí como una... cualquiera aquella tarde, me gustaría seguir charlando con usted pero ahora debo de llevar el desayuno a su hermano, si necesita algo enseguida bajo, con su permiso.

—Amelia, tenemos que hablar de verdad...

—Su hermano me espera, lo siento... podremos hablar después, con su permiso. — Acomode en una bandeja de aluminio un plato con cuatro hot-cakes, con doble porción de vainilla y lo más esponjositos que pude, mantequilla, mermelada y un vaso de leche, al lado una flor que me ocupe de cortar en la mañana del jardín vecino y me aleje de la cocina. Subí cada escalón con algo de torpeza pero gracias al cielo nada se cayó de lo que llevaba. Tome con una mano la bandeja y toque tres veces la puerta desde afuera.

—Adelante. — Se escuchó levemente, seguramente todavía no se levantaba por completo, gire la manija y asome mi cabeza.

—Buenos días Joven Alexander, le traigo su desayuno. — Bostezaba, pero al momento de escuchar mi voz cortó su bostezo y me dio una gran sonrisa, alzo para atrás las sabanas y de un brinco se puso frente a mí.

—Buenos días princesa. — Bueno, de algo estaba segura, lo que viví ayer en la noche no había sido un sueño, sonreí. — Ya volviste a lo de "Joven Alexander"— Haciendo caras graciosas y ladeando de un lado para otro su cuello menciono aquellas palabras, me ayudo con la bandeja y la puse al pie de su cama. — Huele delicioso, Gracias Amelia.

—No es nada Jove... Alex. — Se acercó hasta estar enfrente de mí de nuevo y me tomo de la cintura.

—Basta de fingir, aquí nadie podrá saber lo que hay entre los dos, mi habitación es un lugar seguro. — Sonreí, sus labios se acercaban para besarme cuando la puerta se abrió de golpe, haciendo que sintiera un fuerte golpe en la espalda.

— Fíjate imbécil. — Grito Alex a su hermano... Nicholas. Me sostuvo y le retire las manos de mi cuerpo, no quería que pensara lo que estaba pasando en ese momento con Alex y yo.-- ¿Estás bien prin...Amelia?

— Eh... si, si Gracias Joven Alexander. — Sobe la parte golpeada y me dirigí a ver a Nicholas. — ¿Necesita algo?

— Si, bueno... creí que necesitarías ayuda con la bandeja y quería decirte que termine, ¿puedes cortar algo de fruta para mí? — Asentí, Alex le lanzo una mirada de coraje y yo solo abrí los ojos un poco más de lo normal, no quería que actuara diferente, a fin de cuentas yo estaba allí para servirlos, no para ser la chica del hijo de la jefa.

— Con su permiso Joven Alexander, en un rato vengo a asear su recamara. — Salí de la habitación a paso rápido y llegue hasta el refrigerador, atrás de mí se escuchaban los pesados pasos de Nick, extrañaba llamarlo de esa forma, pero me daba miedo el solo hecho de tenerlo cerca de mí.-- ¿Cuál es la fruta que....? — En un rápido movimiento me tomo del brazo e hizo que girara hasta estar frente a él. — Nick no, no... Por favor no...

—Shhh. — estaba temblando, me sentía extraña de estar allí, quería gritar y pedir ayuda a Alex pero tampoco deseaba una discusión por una tontería. — ¿Sabes lo que no me gusta, Amelia? — Seguí viendo sus ojos color marrón. — No me gusta que estés la mayor parte del tiempo con Alex.

— Pe-pero...

— Crees que no me he dado cuenta que ayer ambos salieron. — Susurro sobre mis labios y se me hizo un nudo en la garganta, sentí un miedo horrible recorrer mi cuerpo. — Mira Amelia, seamos sinceros antes de que llegara Alex, yo te gustaba.

—No digas ton...

—Te gusto Amelia, es obvio. — ¿Quien se creía? Si era guapo, atlético, de cuerpo excepcional, hermosa sonrisa, de cuerpo excepcional, hermosa sonrisa, ojos lindos y pequeños, boca deseable y cabello perfecto, sabía que varias chicas habían pasado ya por su vida, todas unas Barbies. — Y siempre me ha gustado ganar, sé que le gustas a Alex pero... aunque sea mi hermano te quiero para mí. — Con fuerza trate de zafarme jaloneándome de él, eso sí me había dado coraje

— ¿Y acaso piensas que soy un juguete o un trofeo el cual alguien lo debe ganar?... Tengo sentimientos Nick. — alzo una ceja y sonrió de lado. ¿Qué le ocurría?, siempre había sido respetuoso conmigo, antes éramos amigos y ahora... la decepción se estaba apoderando de mi ser. ¿Podía una persona cambiar tanto?

Un Amor Imposible©Where stories live. Discover now