CAPITULO 10

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Anteriormente

—Soy feliz Alex, soy muy feliz ahora mismo. — Lo abrace por el cuello y aspire su perfume. — Soy feliz porque te puedo demostrar lo mucho que te quiero.

— Y siempre me lo podrás demostrar Amelia, hay retos que tendremos que superar y lo haremos juntos, siempre juntos. — Bese sus labios, tenía miedo de que el primer día a su lado y ya fuera el final de nuestra historia, si Nick decía algo, sabría que mi amor imposible siempre seria solamente un cuento que tuvo un comienzo, pero no un desenlace. — No llores. — Susurro sobre mis labios. — ¿Que no vez que estoy contigo? — Asentí, y trate de sonreír, era lo único que me quedaba, ser feliz mientras podía estar a su lado.

 — ¿Que no vez que estoy contigo? — Asentí, y trate de sonreír, era lo único que me quedaba, ser feliz mientras podía estar a su lado

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La puerta del living se estaba abriendo, y nosotros estábamos ya con los labios hinchados por los besos que nos brindábamos. Mire a Alex suplicante de una solución y él solamente me soltó de sus brazos. Me pare al lado de él y la señora Denisse entro.

—Amor, ya despertaste. — Una linda sonrisa de buena madre se dibujó en su rostro y a los segundos de darse cuenta que estaba a su lado se transformaron sus labios en una línea fruncida. — ¿Tú qué haces aquí, Amelia?

—Em... yo, bueno...

—Le pedí que... limpiara mi habitación madre. — Intervino Alexander, tratando de ayudar en mi mentira que apenas y llegaba a pensar, Denisse sonrió y acaricio su mejilla como si fuese un pequeño, aunque estaba ya más alto que ella.

—No tienes que pedirle nada, hijo. Por eso ella está aquí, para atenderte. — agache la cabeza, eso era verdad

—Madre no tenías que... — Alex la miro directo a los ojos y dijo con los dientes apretados, no le gustaba que me dijera nada que evidentemente era doloroso.

—Con su permiso señora, Joven. — Voltee y lo observe con mis ojos húmedos. — Iré a limpiar su recamara, son su permiso. — Hice una pequeña reverencia y subí hasta su alcoba.

—Amelia. — llamo pero no voltee, si tenía problemas después por no haber boletado con la señora Denisse, tendría que mentir diciendo que no escuche.

Abrí su recamara y entre, todo estaba perfectamente acomodado, su cama aseada, el baño limpio, su ropa colgada y planchada, las ventanas limpias, el peinador impecable y la alfombra sin basura. Me quede allí admirando su limpieza unos segundos para tratar de calmarme y hacerme a la idea de que no tenía que sentirme tan mal cada vez que me recordaran que yo solo vivía allí por compasión, por mi madre, por mi estudio y para atender sus necesidades.

—Amelia. — Abrió la puerta de golpe y pude observar su cara de preocupación, sonreí. — perdona a mi madre ella no... — Suspiro, y tomo entre sus dedos mis manos. —Ella no entiende nada y...

—Lo que dice su madre es verdad.

—Vamos no me hables de "usted" de nuevo, princesa yo te quiero...

—Yo también pero, es más que obvio que la relación entre la cenicienta y un príncipe solamente son en los cuentos

—Yo hare de esto un cuento, aunque me lleve a mi propia familia de enemigos.

Los días pasaban, las tardes y aunque Denisse me seguía tratando de una forma horrible y Alex tratando de cambiarla, cada segundo me enamoraba más de él, de su mirada, de sus labios, su sonrisa y su presencia, buscábamos cualquier pretexto para estar solos, juntos... aunque la mayoría de las veces era en la noche, cuando todos dormían y la mirada calculadora de Nicholas no nos perseguía observando cada movimiento de ambos.

—Nos meteremos en problemas. — susurre al abrir la puerta de la gran mansión. — si tu madre se llega a enterar...

—Le dije que me ayudarías a organizar un papeleo en la oficina de papá, y a papá que mamá me había mandado contigo por unas pinturas de arte antigua. — sonrió y me abrazo posicionándose de mi cintura. — nada saldrá mal, mis padres apenas y se hablan. — en lugar de sentirse triste, sonreía... vaya que Alexander era extraño. Beso mis labios y corrimos hasta su auto. Abrió la puerta de copiloto y me senté, no tardó mucho en hacer lo mismo.

Abrió la puerta de copiloto y me senté, no tardó mucho en hacer lo mismo.

—Espero que nadie se dé cuenta. —suspire, a ese "nadie" me refería precisamente a Nick... si él se enteraba... estaríamos en problemas— No te preocupes. — Sonrió y encendió el auto. Ya habíamos tomado bastante camino y ni siquiera había preguntado a donde nos dirigíamos.

—Alex... ¿a dónde iremos?

—Es un lugar sencillo a las afueras de la ciudad, era de mi padre, veníamos cada fin de semana antes de que se volviera un empresario a nivel nacional. — Suspiro, al parecer no era muy grato ser un chico rico de repente, siempre fueron una familia acomodada pero la fortuna creció cuando su padre se entregó por completo a su profesión de empresario. — es muy acogedor y ordene que llevaran una cena especial para ambos.

—Y estas seguro que tu madre no sospechara de...

—Trata de no pensar en nada, solamente estaremos tu y yo... Alex y Amelia, solamente nosotros dos ¿correcto? — Asentí, Amelia y Alex, había soñado tanto tiempo con esa frase compuesta que escucharla de sus labios era como estar viviendo en un sueño hecho realidad.

Me quede quieta observando por la ventana, el silencio nos invadía pero no me molestaba, con el solo hecho de estar cerca de él... sentía que todo era como en un cuento de hadas. Su mirada fija y sus facciones serias lo hacían ver más misterioso, varonil, adjetivos perfectos para el no existían en mi poco vocabulario.

De vez en vez, me ponía de lado y admiraba su perfecto perfil alumbrado por las luces de la ciudad, los autos y semáforos, el también volteaba a verme y sonreía cuando me encontraba perdida en su rostro. Se veía más hermoso que en las pinturas que había en su casa o en las fotografías de pared que con tanto cuidado limpiaba cuando se llenaban de polvo.

—Llegamos. — Anuncio con una sonrisa en sus labios y apago el auto. Abrió la puerta y apenas iba hacer lo mismo cuando me detuvo, al abrir mi puerta el mismo. — Una princesa. — Tomo mi mano. —Jamás debes bajar de un auto sin la ayuda de su siervo

—Alexander, no te digas de esa forma ni de broma. — Sonrió.

— ¿Que termino deseas que utilice para llamarme a mí mismo? — Me encogí de hombros.

— Si deseas llamarme princesa lo puedes hacer, pero usted no es más queuno de esos príncipes que aparecen en los cuentos que antes nos leía mamá, ¿recuerdas?— Ensancho su sonrisa y asintió gustoso.TZt��:Y3�f

Un Amor Imposible©Where stories live. Discover now