Capítulo 2.

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Son casi las doce del día cuando abro los ojos. Tenía mucho tiempo sin dormir por tantas horas. Siento como si estuviera despertando una nueva yo. Estiro los brazos y piernas y respiro profundo un par de veces antes de salir de la cama. El color rosado de las paredes me sigue estorbando demasiado, digo, es normal que en mi adolescencia haya luchado contra viento y marea para que mi cuarto fuera el único lugar de toda la casa con otro color, pero ahora; ahora es realmente molesto.

Camino hasta la ventana y logro ver a nuestros vecinos regando el jardín delantero, o a los niños corriendo de un lado a otro. Nuestro vecindario es bastante tranquilo, abro la ventana y dejo que el aire puro entre a mi habitación y a mis pulmones. Acomodo mis mechones rubios detrás de mis orejas y no puedo evitar planear mi día en mi mente, soy muy organizada y me gusta planearlo todo. La gente dice que las mejores cosas pasan cuando no las planeas, y yo simplemente no termino de entender cómo es eso posible.

Tomo una ducha larga; otra cosa que no hago desde hace mucho tiempo, con las prácticas profesionales y mis estudios, no tenía mucho tiempo para mí, en realidad, entiendo por qué Andrés se acostó con Tina. Prácticamente nuestra relación se desarrollaba a través de un teléfono celular, al menos, los últimos meses fueron así. Masajeo mi cabello y siento como la espuma que provoca el shampoo recorre mi cuello, mis hombros y siguen su camino hasta mis pies. Escucho lo gritos de mamá, ¡el desayuno está listo! Termino mi larga ducha y envuelvo mi cuerpo en una fina toalla.

Miro mi ropa por varios segundos hasta que decido ponerme una camisa de cuadros, un short y mis antiguas botas vaqueras. Me miro en el espejo y ahora si parezco la chica que se marchó de aquí hace mucho tiempo.

Llego a la cocina muy animada, la feria de verano es una de las cosas más emocionantes del pueblo, y tengo que aceptar que desde pequeña me ha gustado asistir. Mamá pone frente a mí un desayuno de verdad, incluso hago ruidos extraños al probar el primer bocado. Estoy en el cielo y no me había dado cuenta. Mamá acaricia mi cabello, como si fuera su pequeña otra vez.

—¿Ya te he dicho que eres la mejor cocinera de todo Greensboro?

—No, pero es bueno saberlo. Tu padre dice que he perdido el buen gusto.

—Papá está loco —afirmo—. ¿Dónde está?

—Ha salido muy temprano, se ha convertido en un adicto al trabajo.

—¿Quieres que hable con él?

—No, no es ningún problema para mí.

—Bien. No hablo con él. Oye mamá, estaba pensando en que mi cuarto color rosa intenso debe morir. ¿Qué te parece si lo pintamos como el resto de la casa?

—Si tú quieres...

—Oh, mamá, no empieces con eso de que te recuerda el tiempo en el que me tenías a diario.

—Bien, bien, iré por la pintura. La tienda de Gloria está haciendo buenos descuentos —comenta.

—Iré yo, aprovecho para conseguir un teléfono. Lo he dejado olvidado en el avión, ¿puedes creerlo?

—Siempre lo olvidas en todos lados. —Mamá tenía razón.

Doy el último bocado y me bebo en menos de un segundo el jugo de naranja. Salgo corriendo a cepillarme los dientes y a tomar algo del dinero que he traído para ir en busca de algún teléfono y la pintura. Le doy un beso a mamá antes de irme a la tienda. Nuevamente decido caminar y lo cierto es que, todos preferimos hacerlo. Puede que no haya enormes rascacielos, pero la vista es fabulosa.

La tienda de Gloria no queda tan lejos y como he disfrutado tanto de caminar, no me doy cuenta de que he llegado hasta que el enorme letrero llama mi atención. Gloria es la mejor amiga de mi madre, de hecho, es la única amiga de mamá. Aunque le habla a casi a todo el pueblo, siempre ha dicho que nunca ha encontrado una amiga como Gloria. La entiendo, es justo lo que me pasa con Clark.

John, la mayor de mis adicciones. Onde as histórias ganham vida. Descobre agora