5

280 21 1
                                    

Llegamos a la puerta del colegio, donde nos espera un pequeño autobús. En la puerta de éste, se encuentran Rinna y Al, con su abuela.

—Buenos días, señora Romanoff.

Ella mantuvo su apellido a pesar de haberse casado con el señor Banner. No es una mujer que vive a la sombra de un hombre, eso está claro.

—Buenos días, María— me responde ella.

En un abrir y cerrar de ojos, el profesor nos mete en el autobús y le pide al conductor que nos lleve directos al lugar de la investigación. Todo pasa muy rápido, casi sin darnos tiempo para despedirnos.

—Esto no me huele bien— susurra Al, que intenta que el profesor, que está al lado del conductor, no nos oiga.

—No creo que suceda nada malo, es nuestro profesor— dice Rinna.

Vuelvo a preguntarme a mí misma: ¿de qué es profesor? Ya lo averiguaré algún día.

—Sí, disfruta el momento, Banner.

—Lo que me mosquea es que me ha llamado también a mí, y eso no tiene sentido.

—Sí lo tiene. Eres mi hermano y me protegerás— dice Rinna medio sonriendo-. Siempre y cuando no estés con Ruby.

Al abraza a su hermana y le dice algo en voz baja, mientras le retira su pelo cobrizo de la cara. De nuevo siento un escalofrío que recorre mi espalda. No le doy mucha importancia. Me acerco a la ventana mientras ellos dos hablan y saco mis auriculares inalámbricos. Escucho una canción nueva, que acaban de sacar y que pocas personas conocen...

—Hemos llegado, María.

Una voz me despierta de un profundo sueño.

—Sólo estaba descansando los ojos un poco.

Me ha despertado Al, que me sonríe divertido, como si verme dormida fuera algo digno de ver. Miro por la ventana. Estamos en esas dunas y en el centro de una de ellas, rodeada de furgonetas, coches y camiones, hay una gran carpa hecha de lo que parece ser plástico, herméticamente cerrada. Todo esto, protegido por una verja. Supongo que ahí estará el martillo. El profesor nos pide que bajemos del autobús. Maleta en mano cruzamos la verja, y rodeamos la carpa. Después de un largo rato andando cerca de la verja para no perdernos, llegamos a unas instalaciones. Hay dos partes, separada una de otra. La carpa queda un poco lejos, pero seguimos dentro del perímetro a investigar.

—Los otros chicos están dentro- dice el profesor—. Cualquier duda o necesidad no dudéis en avisar. Yo me voy de aquí antes de que mi mujer se preocupe. Id a la carpa en cuanto terminéis de instalaros.

No me da tiempo a replicar. No nos ha dado mucha información sobre qué debemos hacer, por lo que entramos a uno de esos bloques de pequeñas habitaciones. Allí, en lo que parece ser una sala de estar o un salón familiar están los chicos que se han visto afectados por esto. Maddie también está, a pesar de no encontrarse en el círculo cuando el martillo cayó.

—Parece ser que hemos acertado con el lugar para instalarnos— digo para romper el hielo.

—Sí, el otro bloque es un laboratorio para vosotras— dice amablemente un chico de pelo rubio oscuro.

—Vuestras habitaciones están al fondo del todo— dice un chico moreno de ojos verdes mientras señala a uno de los pasillos.

Se respira tensión. No sé si es por nosotros, por ellos, o por el hecho de que posiblemente estén contaminados y nos puedan contaminar a nosotros también. No importa, sigo caminando con la cabeza bien alta, con seguridad. No me dejaré intimidar por nadie. Entro en mi habitación, todo está en orden. Es pequeña, tal y como esperaba. Guardo mi ropa y mis trastos en un pequeño armario y salgo al pasillo, de nuevo. Apoyado en la puerta de su habitación está Al esperando a su hermana. Rinna sale y me mira con miedo, como si no se sintiese bien ahí. Al parecer soy la única que no sospecha de nadie. Andamos hacia la sala de estar. Justo antes de entrar, una flecha roza mi mejilla y se queda clavada en el marco de la puerta.

The New Avengers/ TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora