Capítulo 2: Justicia Ciega

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                                                                               Capítulo II

La oscuridad es densa, apenas distingo el camino que Svikari trata de iluminar. La luz débil y amarillenta de su linterna, parpadea cada vez que le acciona el  gatillo para renovar la energía y las tinieblas terminan devorando la poca iluminación que despide.

 Bajamos la estrecha escalera que conduce a los calabozos. Las piedras de los escalones están un poco sueltas y crujen bajo nuestros pies amenazando con desmoronarse.

En este lugar es más difícil respirar. El aire es frio, pesado y está dominado por una fétida atmósfera. Apesta a humedad y ese hedor se incrementa a medida que descendemos. 

Al apoyar mis manos en las  paredes, siento el frio de las piedras mojadas y llenas de barro que sobresalen como tumores. Mis dedos se hunden en la masa lodosa que las cubre y no tardo en  descubrir los  ojos huecos de un cráneo que yace incrustado entre los peñascos. La cabeza y los huesos del desgraciado, forman parte de la construcción de estos túneles infernales y descubro más, son cientos, o tal vez miles de infelices los que parecen mirarnos con sus expresiones vacías cuando la  luz de la linterna los roza.

―¡Carajo! ―Murmuro, clavando los dientes en mi puro―. Gente enterrada en las paredes y luego dicen que el dinero no lo compra todo.

―Es extraordinario, ¿verdad?—Svikari bracea emocionado—. Hay muchos cuerpos emparedados. ¿Un cementerio familiar? ¿Algo para entretener a los invitados? ¿Qué opina usted? Yo en alguna parte leí que existían lugares así; pero no pensé que en Satania... y menos en una casa. Sobre esta gente…

―Cállate —refunfuño y el humo que sale de mi boca  se disipa en la oscuridad. Svikari se voltea y me lanza una mirada que no logro distinguir—. Llévame con el hombre malo, muchacho; pero hazlo en silencio. Estas empeorando mi jaqueca.

—Bueno, la escalera es larga. Deberíamos hablar de alguna cosa.

—No.

Durante varios minutos nadie dice una sola palabra. El denso silencio que ahora nos envuelve, solamente se interrumpe por el traquido metálico de los engranajes de la linterna y un lejano murmullo líquido.

 De repente, la luz tenue y parpadeante se convierte en un ciclo de intermitencia casi hipnótica que afecta mi percepción.

“¡Está pasando otra vez!”

Veo la escalera convertirse en una masa elástica y tambaleante y la silueta de Svikari da un salto brusco haciéndose doble ante mis ojos. Siento una punzada en la sien derecha, el dolor casi me derriba. Se han desencadenado los síntomas.

“¡Puta suerte!”

 

La cabeza me palpita a toda velocidad. Mi cerebro pareciera rebotar  golpeándose contra  las paredes de mi cráneo a cada paso que doy. Mi vista empieza a obstruirse por la visión de líneas quebradas que destellan en la negrura de manera intermitente y  todo se apaga luego dejando en su lugar manchas de un color verde oscuro.

“¡No ahora, no aquí!”

Mientras bajo, un hormigueo desesperante comienza a invadirme el cuerpo. Me surge el loco  impulso  de arrancarme el cuero cabelludo, pero en lugar de eso me tumbo contra la pared, presa de la debilidad, el dolor y la angustia, aferrándome a las calaveras en un intento desesperado de no perder el equilibrio. El puro se desliza de mi boca y cae en las tinieblas.Lacrisis ha vuelto en el momento menos oportuno.

SATANIA-Nido de BestiasWhere stories live. Discover now