Capítulo III: una sonrisa forzada

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Hoy al pasar por el parque no he visto a Serenity, de hecho, no la he visto en cuatro días. De algún modo parece que hubiésemos llegado a un acuerdo de encontrarnos en el parque, y para ser sincero no estoy seguro de en qué momento verla allí dejó de ser casualidad. Sólo sé que empecé a ir al parque más a menudo hasta que se volvió una costumbre.

En fin, decidí ir a casa de Serenity. Sólo para enterarme que la condición de Grace había empeorado. Toque a la puerta y espere un momento a que la abrieran.

— ¡George! —. exclamó Serenity al verme — ¡gracias a Dios! , por favor cuida a Audrey por mí; Mami está en el hospital y no tenía quien la cuide—  Me paso a la bebé de tal modo que cuando me di cuenta ya la tenía cargada — la fórmula está en la despensa y los pañales en el bulto— dijo y se marchó.

Ella ni siquiera me dio tiempo a responder, me senté en la sala con la bebé en brazos. Yo la estaba cargando..., me causaba nostalgia tenerla así cargada, un dolor punzante quiso invadirme, menos mal que es una niña, porque Audrey tiene casi la misma edad que tenía mi Aarón. Ella me estaba mirando fijamente y me di cuenta que era a la primera vez en doce años que cargaba un bebé, entonces mi corazón dio un pequeño vuelco. Es increíble cuánto dolor y calidez pueden causar.

Si tuviera la capacidad estoy seguro que hubiera roto a llorar en aquel momento. Pero, como ya dije antes, perdí esa capacidad y la de sentir casi cualquier cosa.

Le di el biberón, la hice eructar y la arrullé hasta que se quedó dormida entre mis brazos.

Cuando la fui a acostar me di cuenta de que sólo tenía un corral de segunda o tercera mano, sólo le quedaban tres pañales y una botella de fórmula.

No sabía qué hacer durante el par de horas que estuvo dormida, daba vueltas y vueltas por el pequeño apartamento y finalmente me puse a ver televisión. Después de mucho rato escuché su llanto, intenté calmarla hasta que me di cuenta que muy probablemente estaba sucia (y sí lo estaba) así que la lave y le cambié el pañal. Luego de eso volvió a estar tranquila, me miró fijamente y luego me sonrió, ella al igual que Serenity tiene la capacidad de iluminarlo todo con una sonrisa; de pronto sentí la repentina luz de un flash iluminándonos.

— No pude resistirme — dijo Serenity celular en mano — nunca te había visto sonreír; bueno, la verdad parecía más una especie de mueca, pero sonrisa al fin — dijo mostrándome la fotografía.

Me quede observando ese breve instante que había quedado grabado.

— Gracias, no sé lo que hubiera hecho sin ti — me dijo en tono dulce — la vecina no podía cuidarla.

— No es nada — eso fue lo único que le dije.

— Ya puedes darme a la bebé si quieres...

— Déjamela un momento más —dije.

 Incluso yo me sorprendí de haberle dicho eso.

— Sabes George, eres un muy buen amigo. Tal vez el mejor que hemos tenido en mucho tiempo.

Si eso es cierto, no quiero ver con que tipo de amigos se han topado estas dos.

— Mami quiere verte — me dijo al ver que no respondía nada.

— Dame la dirección del hospital e iré a verla en cuanto pueda.

Yo nunca había visto a Serenity tan desanimada, así que no me fui de inmediato. Incluso sus ojeras están más oscuras, se ve muy agotada, Grace debe estar muy mal.

Al final cuando me retiré le dejé a Serenity mi número para que me llamará si hacía falta algo o si surgía alguna emergencia.

Al día siguiente fui al hospital a ver a Grace. Sé que no le queda mucho tiempo y ella lo sabe también.

La Ultima Vez Que LloréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora