Capítulo 28

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V: ¿Te he hecho daño? -me pregunta mientras se tumba a mi lado apoyándose en un codo.

Me pasa un mechón de pelo por detrás de la oreja. Y no puedo evitar esbozar
una amplia sonrisa.

B: ¿Estás de verdad preguntándome si me has hecho daño?

V: No me vengas con ironías -me dice con una sonrisa burlona-. En serio,
¿estás bien?

Sus ojos son intensos, perspicaces, incluso exigentes. Me tiendo a su lado sintiendo los miembros desmadejados, con los huesos como de goma, pero estoy relajada, muy relajada. Le sonrío. No puedo dejar de sonreír.
Ahora entiendo a qué viene tanto alboroto. Dos orgasmos... todo tu ser
completamente descontrolado, como cuando una lavadora centrifuga. Uau. No tenía ni idea de lo que mi cuerpo era capaz, de que podía tensarse tanto y liberarse de forma tan violenta, tan gratificante. El placer ha sido indescriptible.

V: Estás mordiéndote el labio, y no me has contestado.

Frunce el ceño. Le sonrío con gesto travieso. Está imponente con su pelo
alborotado, sus ardientes ojos negros entrecerrados y su expresión seria e
impenetrable.

B: Me gustaría volver a hacerlo -susurro.

Por un momento creo ver una fugaz expresión de alivio en su cara. Luego
cambia rápidamente de expresión y me mira con ojos velados.

V: ¿Ahora mismo, señorita Brief? -musita en tono frío. Se inclina sobre mí y
me besa suavemente en la comisura de la boca-. ¿No eres un poquito exigente?
Date la vuelta.

Parpadeo varias veces, pero al final me doy la vuelta. Me desabrocha el
sujetador y me desliza la mano desde la espalda hasta el trasero.

V: Tienes una piel realmente preciosa -murmura.

Mete una pierna entre las mías y se queda medio tumbado sobre mi espalda.
Siento la presión de los botones de su camisa mientras me retira el pelo de la cara y me besa en el hombro.

B: ¿Por qué no te has quitado la camisa? -le pregunto.

Se queda inmóvil. Acto seguido se quita la camisa y vuelve a tumbarse encima
de mí. Siento su cálida piel sobre la mía. Mmm... Es una maravilla. Tiene el pecho
cubierto de una ligera capa de pelo, que me hace cosquillas en la espalda.

V: Así que quieres que vuelva a follarte... -me susurra al oído.

Y empieza a besarme muy suavemente alrededor de la oreja y en el cuello. Me
levanta las rodillas y se me corta la respiración... ¿Qué está haciendo ahora? Se
mete entre mis piernas, se pega a mi espalda y me pasa la mano por el muslo hasta
el trasero. Me acaricia despacio las nalgas y después desliza los dedos entre mis
piernas.

V: Voy a follarte desde atrás, Bulma -murmura.

Con la otra mano me agarra del pelo a la altura de la nuca y tira ligeramente
para colocarme. No puedo mover la cabeza. Estoy inmovilizada debajo de él,
indefensa.

V: Eres mía -susurra-. Solo mía. No lo olvides.

Su voz es embriagadora, y sus palabras, seductoras. Noto cómo crece su
erección contra mi muslo.
Desliza los dedos y me acaricia suavemente el clítoris, trazando círculos muy despacio. Siento su respiración en la cara mientras me pellizca lentamente la mandíbula.

V: Hueles de maravilla.

Me acaricia detrás de la oreja con la nariz. Frota las manos contra mi cuerpo una
y otra vez. En un instinto reflejo, empiezo a trazar círculos con las caderas, al
compás de su mano, y un placer enloquecedor me recorre las venas como si fuera adrenalina.

Cincuenta Sombras De VegetaWhere stories live. Discover now