7. Bienvenida al Templo

49 0 0
                                    

Llegamos y me bajaron rapidamente, mis pasos eran torpes por lo que me cargaron entre dos para llevarme al lugar.

Bienvenida al Templo Sagrado. Escuché decir a lo lejos, era una voz parecida a la de un anciano.

Jajaja, el templo del Martirio mejor ¿no? - Rió el hombre que me traía al decir eso.

Bueno Susan, estarás aquí hasta que tu amiguita venga o me pague lo que me debe, tu sufriras las consecuencias, lamentablemente.
Hoy te trataremos como reina, pero mañana empezará tu martirio.
Dijo la voz del anciano.

No me quedó más que escuchar lo que el anciano decía, esperé a que me movilizaran, Pero no hacían nada mas que poner música instrumental, Y martillar algo.

"Dios Mío, Tu que eres creador del cielo y el universo; AYÚDAME.
No me dejes de tu mano, protegeme señor" - Dije en un susurro.

¿Que tanto estas diciendo? Dijo una voz de mujer.

Yo no respondí, y me dio un golpe fuerte en la espalda, que me derrumbó de rodillas.
Me levanté como pude y trate de caminar, me jalaron de la blusa y me guiaron a lo que supongo que era un cuarto.

Escuche el cerrar de la puerta y me retiré la venda de los ojos, era un cuarto completamente oscuro, y habia una ventana en lo alto de la pared; intente subir para ver hacia el exterior, pero no pude.

¿Porqué mis secuestradores no me habían atado de las manos?

No me quedé a pensar y busqué rápidamente alguna otra salida, o un plan que me ayudara a salir de ese lugar.

Escuché unos pasos probablemente en el pasillo.
Me fui a el rincón y me até la venda en los ojos.

Esperé que esos pasos llegaran a su destino, la puerta rechino y yo me estremeci de miedo.

Susan Villalobos, ¿Tienes Hambre?
Pregunto la voz de un hombre

No respondí

Mhhh, bueno...
El Jefe te manda un plato de buena comida, te queremos bien alimentada para que todo salga bien.
Dijo el hombre, mientras lanzaba el plato en mis piernas.

Escuché los pasos andar, y cuando la puerta se cerró, lancé un suspiro.
Un suspiro que hasta un sordo, pudiese escuchar.

Me quité la venda, Y observé el espaguetti en mis piernas, y unas albóndigas en un platito; un vaso de agua y una flor.
¿Una Flor?

No le tomé importancia, pudo haberse tratado de una broma de mal gusto y yo no iba a estar para aguantar esas tonteras.

Olí todo lo que me fue puesto para comer.

Y preferí comer el spaguetti.
Era obvio, si mi secuestrador me lanzó el spaguetti en las piernas, Era para que no me lo comiera.

Así que me lo comí y disfrute tanto su sabor.

Después de un rato, me dormí.
Era un silencio inmenso el que viví en las noches.

VIVIR ENCERRADAWhere stories live. Discover now