7. Número

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Sus mejores amigos han tenido que quedarse en la biblioteca de la universidad a terminar el trabajo de una clase que tienen en común, y Woo Hyun tiene pendiente recoger un libro para su sobrina en una librería en el centro. Así que, esa tarde, sale de la escuela con algo de prisa y toma el autobús que lo lleva cerca del local.

No conoce muy bien la ciudad aún, pero su hermano se ha encargado de explicarle con detalle el trayecto, por lo que no se le ha hecho difícil encontrar el lugar y comprar el ejemplar que necesita Ji Ae.

El joven lo guarda en su mochila y se encamina de regreso a una parada para tomar otro transporte, no obstante, mientras camina hacia la esquina, el olor a café recién hecho de una cafetería cercana, lo invita a entrar al sitio. Se acerca al mostrador y le pide con amabilidad un mocachino a la chica que atiende.

Después de todo, los restos de lo que ha sido el invierno aún se sienten al caer la noche, y ese día ha estado particularmente frío. Woo Hyun se acomoda la chamarra que usa, antes de sacar su billetera del bolsillo delantero de su pantalón deslavado para pagar la bebida.

Le da las gracias a la muchacha y, al darse la vuelta para salir, sus ojos enfocan una silueta conocida. Entonces su corazón comienza a latir un poco más rápido por la emoción, pues, justo en una de las mesas, a un lado de la puerta, está Sung Kyu acompañado de su pequeña hija, y Woo Hyun no puede evitar acercarse para saludarlos.

—Hola —pronuncia, después de carraspear con ligereza. Sung Kyu levanta el rostro y de inmediato una sonrisa se dibuja en sus labios.

—Woo Hyun, hola. ¿Cómo estás?

«Después de verte...», piensa el joven.

—Bien, gracias —dice, devolviéndole el simpático gesto.

Sung Kyu lo invita a sentarse y el muchacho sonríe de nueva cuenta. Observa a la pequeña Ji Yeon a su lado, deja su bebida caliente sobre la mesa y extiende la mano para tocarle un par de veces la punta de la nariz con su dedo índice. La niña lo mira y toma la mamila con leche chocolatada que hay frente a ella.

—¿Ya comiste? ¿Quieres que pida un postre para ti?

—No, gracias. Yo...

Y Sung Kyu llama a una camarera antes de que el muchacho termine de hablar.

—Ordena lo que quieras. Yo invito —aclara Sung Kyu, y con algo de pena, Woo Hyun asiente.

La mesera le ofrece el menú y Nam le pide lo primero que ven sus ojos. Porque, en realidad, no es mucho de comer cosas dulces, pero no ha podido decir que no cuando su vecino lo ha invitado. En su interior, ha estado deseando encontrarse con él después de la fiesta de Ji Ae el sábado pasado.

—¿Qué tal la escuela? ¿La has pasado bien? —cuestiona de pronto el hombre, recargándose en el respaldo del asiento. El más joven suspira profundo y mueve la cabeza varias veces antes de abrir los labios.

—Ha sido un poco difícil, pero me he estado esforzando. Quiero ser docente y enseñar en una escuela elemental —comenta al mismo tiempo que sus ojos se desvían hacia la pequeña Ji Ae—. Me gusta tratar con niños.

—Eso suena muy bien —responde, inclinándose para apoyar los codos en la mesa—. Estoy seguro que algún día serás un gran profesor.

—Gracias.

El muchacho inclina su cabeza, poco antes de que la camarera llegue con su orden. Woo Hyun le da las gracias y de inmediato toma el tenedor del plato para comenzar a comer su rebanada de pastel.

—¿Y tu esposa? ¿No ha venido con ustedes? —se aventura a preguntar, pero enseguida se arrepiente cuando ve el semblante de Sung Kyu ensombrecerse.

—Ella está demasiado ocupada como para pasar tiempo con nosotros —objeta Kim, frunciendo el ceño con molestia.

Parece que Sung Kyu no está del todo deprimido o decepcionado por ese hecho, sino enfadado. Él está enojado con la mujer con la que se ha casado, y Woo Hyun intuye al momento que el matrimonio de su vecino no va del todo bien.

—Lo siento, no quería incomodarte...

—No te disculpes —se apresura a decir—. Ya no siento vergüenza de que las personas crean que soy un padre soltero, al contrario, me siento orgulloso por dedicarme a mi hija. Yo no pienso perderme los primeros años de su vida. Soo Jung no se da cuenta de todos los errores que está cometiendo.

Y Woo Hyun se queda mudo. Es la primera vez que escucha a Sung Kyu hablar con esa determinación, y en ese mismo momento un estremecimiento comienza a recorrer su cuerpo. Un extraño cosquilleo le llena el estómago, obligándolo a posar la vista en los pequeños ojos de su vecino, los cuales parecen irradiar seguridad, pero al mismo tiempo brillan con algo de pena, aunque trate de ocultarla.

—Pues, creo que tu hija es feliz, y que estás haciendo un excelente trabajo como padre, Sung Kyu —dice, y el hombre frente a él asiente despacio antes de susurrarle un 'gracias'. Woo Hyun le regala una gran sonrisa y su vecino no demora en imitarla—. Además, puedo ayudarte a entretenerla. Ji Ae estará muy feliz de ir a jugar con Ji Yeon, así que puedo llevarla a tu departamento cuando quieras —explica, y la idea de visitar a Sung Kyu lo emociona.

—Me parece una buena idea. Muchas gracias, Woo Hyun.

Nam niega con suavidad mientras otra sincera sonrisa escapa de sus labios, gira el rostro en dirección de la pequeña y le palmea la cabecita un par de veces.

—Tengo que irme, mi hermano me está esperando —aclara, levantándose del asiento. Y de pronto siente una mano asirse a su muñeca antes de que pueda dar un paso. Woo Hyun se sorprende y regresa la vista hacia Sung Kyu.

—Espera, podemos irnos juntos, ¿qué dices? —sugiere, y el joven tarda más en asimilar sus palabras que en asentir con rapidez a las mismas.

Woo Hyun ayuda a cargar la maleta que Sung Kyu lleva con las cosas de su hija cuando bajan del auto. Han llegado al edificio después de varios minutos de trayecto y la pequeña Ji Yeon se ha quedado dormida. Sung Kyu la carga con cuidado entre sus brazos y ambos se dirigen al elevador para subir a su piso.

Y entonces el muchacho no puedo evitar recordar cómo ha conocido a Kim, y cómo necesitó de su ayuda. Por ello es que una pequeña sonrisa se asoma en sus labios antes de presionar el botón del ascensor.

—Muchas gracias —dice Sung Kyu, entrando a su departamento una vez que el muchacho le ha ayudado a abrir la puerta.

Woo Hyun lo ve desaparecer en el mismo cuarto que la vez anterior y se queda bajo el umbral de la entrada, apretando con algo de nervios la correa de la maleta de la niña mientras espera.

Al poco tiempo, nota acercarse a Sung Kyu y suspira hondo, echando los hombros hacia atrás y embozando otra simpática sonrisa.

—Disculpa pero, no tengo zumo de durazno. ¿Es tu favorito, verdad? —Nam asiente—. También es el de Ji Yeon. —El chico se echa a reír con suavidad, siendo imitado enseguida por el hombre.

Y Woo Hyun aprovecha para observar a Sung Kyu. Estudia sus rasgos y la curiosa manera en que sus ojos desaparecen por su risa; los blancos dientes que se asoman cuando sus labios se separaban; y el perfecto ángulo que forma la línea de su nariz.

«Sung Kyu tiene un lindo perfil», piensa Woo Hyun.

—No importa. El postre que me invitaste lo compensa —responde mientras siente sus orejas calentarse.

—Me alegra.

Volviendo a sonreír, Woo Hyun le entrega la maleta de la niña. Sung Kyu la toma con rapidez y le da las gracias de nuevo.

—Tengo que irme. No veremos después —dice Nam, metiendo las manos a los bolsillos de la chamarra.

—De acuerdo —se despide Sung Kyu.

Woo Hyun se gira, caminando hacia la puerta de su departamento, pero la voz del mayor, al pronunciar su nombre, lo hace detener sus pasos.

—¿Podrías darme tu número, Woo Hyun? —pide el hombre con amabilidad.

El muchacho asiente y, al mismo tiempo, su corazón empieza a latir con frenesí por enésima vez en esa tarde.

El amor de mi vida | GyuWooWhere stories live. Discover now