Puñaladas

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Los rayos de sol se colaron entre la habitación donde ambos Agentes descansaban. La noche había sido larga, con altibajos y sueños extraños.
Fuentes despertó sobresaltado, el amanecer le dio la bienvenida, con tormentosos recuerdos propios de un ser sin memoria.
Fue hacia el baño, se bañó y salió cambiándose, viendo a Bárbara aún dormida, desnuda por completo y con la sábana cubriéndole pocas partes del cuerpo.
Sonrió.
Entonces recordó. Las memorias le vinieron de pronto cual tornado cargado de vientos estratosféricos se tratara.
Así fue como Fuentes se apresuró a salir de la habitación, con miedo y entre jadeos. Llegó a la sala de su casa. Una pintura estaba removida y algunos papeles tirados. La ventana estaba abierta y la alfombra que cubría el piso, tenía rasgaduras.
Abrió la puerta que daba a la calle y se la encontró solitaria y vacía.
Compró esa casa por la historia que guardaba.
Aquella había sido la cabaña del Asesino de las Olas Blancas. Completamente reformada; pero aún conteniendo la historia de 22 muertes.
Fuentes había llegado a un grado de investigar el caso y comenzar a hacer preguntas sobre éste.
No había encontrado mucho, la vida daba demasiadas vueltas y sólo había un sobreviviente a aquella catástrofe; pero de él nada se sabía, dicen que el mar se lo había llevado y simplemente había desaparecido, llevándose las respuestas del caso con él.
Cerró la puerta y se sentó, esperando a Bárbara.
Mientras tanto, Bárbara despertó. Acarició su cabeza y comenzó a pensar en lo pasado.
Se levantó y cubrió el cuerpo, entró a la regadera y salió minutos después con el cabello mojado y con la ropa del día anterior.
Salió de la habitación en busca de su compañero.
Lo encontró sentado en el comedor, con dos platos esperando.
-Toma asiento -Fuentes se levantó y le retiró la silla, Bárbara se sentó y se quedó ahí, viendo el plato humeante de comida.
Comenzaron a comer en silencio.
-¿Estás bien? -preguntó el hombre. Bárbara dio un sorbo al jugo que tenía y después le miró.
-Sí, nada pasa. Simplemente tuvimos relaciones, Fuentes. Nada más de eso -mencionó visiblemente incómoda.
Terminaron el desayuno en silencio y salieron de la casa para ir a la estación y comenzar a investigar.
Habían tres víctimas, pensaban en una posible cuarta.
No podían esperar mucho, sabían que el asesino atacaría pronto.
Llegaron a la estación, repasaron las pruebas y mandaron a Norman a otro interrogatorio.
-Bien, has dicho que no tienes nada que ver; pero estuviste en el lugar donde 12 cuerpos fueron encontrados y, según algunos análisis, han sido de 5 años para acá. Además, al tercer día de tu llegada aparece una chica muerta, con el mismo Modus Operandi que el Asesino de la sangre de la ciudad. Eso te sumaría un total de 25 víctimas, Norman. ¿Qué dices de esto? -Fuentes clavó la mirada en el chico.
-Es lo mismo de siempre, Agente. Yo no tengo la maldita culpa de que su esposa haya sido asesinada. Yo no la maté. Yo sólo quería que recompensaran la muerte de mi padre. -Pero, al parecer, todo salió mal ¿O me equivoco?
-Sí, está completamente equivocado. Yo sólo iba a joder en la construcción. No iba a matar a nadie.
-Pero terminaste matando a un total de 25 mujeres. No salió muy bien tu plan de sólo joder la construcción -replicó.
-Yo no hice nada -repitió.
-Henricks podemos llevarnos horas así, entre tejemanejes de tu supuesta inocencia y la prueba de que tu eres el culpable -arguyó el Agente moviéndose alrededor de la sala.
-Le podrá haber servido con otros sospechosos, Agente Fuentes; pero no trate de decir que todas las pruebas están en mi contra dado que sólo hay vídeos míos donde aparezco por la construcción. No hay huellas, no hay pruebas circunstanciales y su móvil es muy débil. Agente, primero aprenda a ser uno -las palabras de Norman le calaron profundo. Fuentes se turbó y salió de la sala rápidamente. Se quedó pegado contra la pared, respirando de manera entrecortada. Terminó de hacer aquello y llegó con Bárbara.
-Llévalo a la celda -ordenó de forma glacial. Bárbara asintió. Llegó con Norman a la sala.
Le encontró llorando, sosteniendo una foto.
-Norman, vamos a la celda -tocó el hombro de su amigo.
Norman levantó la mirada y se encontró con Bárbara.
-Mi hermano -balbucía una y otra vez.
Bárbara le abrazó. Lo levantó de la mesa y salieron en dirección a la celda. Lo dejó ahí. Miró a su amigo por unos momentos hasta que éste se quedó dormido.
Se marchó de las celdas y salió a su escritorio. Ahí le esperaba Fuentes.
-Han llegado los resultados -dijo sosteniendo unas hojas blancas. Bárbara se acercó y comenzaron a leer. Era el resumen de la información del día anterior, más algunas identidades confirmadas. Criminalística no había encontrado huellas ni nada que pudiese señalar a alguien. Estaban en blanco.
Ya avanzaba la mañana. El medio día estaba cerca, entonces saltó el teléfono.
Bárbara corrió hacia él.
Se encontró con una llamada de emergencia.
Un nuevo cuerpo; pero este tenía algo distinto.
Constataron la distinción de la nueva víctima a su arribo a la playa.
Debajo de ella había un lienzo con pinturas estridentes. Se trataba de un cuadro que Bárbara reconoció.
Había sido pintado por Rashida y, por lo que había leído, era su mayor obra al momento.
-Tus amigos están hundidos en este caso -dijo Fuentes y se colocó las gafas de sol. Indicó a Bárbara que estaría en el coche.
Algo dentro de ella se removió. Estaba alegre sabiendo que Norman no podía ser el asesino; pero temía que todo recayera sobre alguien más. El forense se llevó el cuerpo y Criminalística se llevó la pintura. Caminó hacia al coche que Fuentes dirigió a las cabañas en completo silencio.

Olas BlancasWhere stories live. Discover now