Parte 41

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Después de encerrarse en la habitación no dejaba de pensar en sus palabras. Molesto se revolvió entre las sábanas maldiciendo entre dientes una y otra vez. No quería su amor, su cariño, ni su puto afecto.

─Bruno, evítala ─se ordenó por quinta vez─, Sarah es imposible, tienes prohibido creer en sus palabras, sigue siendo la misma mujer. Solo te está engañando igual que Elena.

¿De qué serviría tanto amor? Pensó mientras se quedaba dormido. No quería nada con ninguna mujer, el agotamiento en su corazón era tan evidente, volver a creer en el amor resultaría imposible cuando la inseguridad ya se había adueñado de su corazón.

─No sirve de nada.

A la mañana siguiente se despertó con el aroma del café recién preparado. Observó la taza con detalles coloridos sobre la mesita que estaba aún lado de la cama, por inercia sonrió al saber que ella lo había dejado allí. Dio un sorbo tras otro ordenándose no tener contacto con Sarah. Después de darse un baño caliente salió de la habitación, eran las siete y cuarto, a las nueve vendría esa chica y comenzaría la entrevista.

─Buenos días ¿dormiste bien? ─preguntó Sarah con una sonrisa jovial.

─Muy bien. Aunque tengo mucha hambre.

─¿Quieres que ordene algo?

─No te molestes lo haré yo ¿Qué se te antoja? ─por dentro se reclamó por ser tan amable.

─Tu.

─¿Disculpa?

─Se me antojan tus labios, tus caricias, y tu cuerpo.

─Creo que eres una pervertida empedernida. Espero no seas una especie de ninfómana.

¿Alardeando con el enemigo?

─Puedo serlo para ti ─Sarah se acercaba, pero Bruno prefirió guardar su distancia.

─Voy a ordenar ─y sin decir más se fue a la sala.

Mientras desayunaban conversaban con naturalidad como dos viejos amigos, Bruno le contaba algunas anécdotas de la universidad y de los planes que tenía a futuro, además del proyecto con Anna.

─¿Te gustaría formar una familia?

Su pregunta no venía al caso, dejo de comer en ese momento.

─¿A qué se debe tu pregunta?

─Simple curiosidad.

─Sinceramente no he pensado en esa posibilidad ─un segundo imagino su vida como padre, fue inevitable pensar en su pequeña sobrina─. Cuando tengo a Karen en mis brazos siento algo que no puedo explicar, es tan tan pequeñita y suave, sus ojitos siempre me miran, la he visto llorar y dormir, esa sensación de querer protegerla siempre está allí cada vez que la tengo cerca.

─Veo que sientes ese cariño paternal.

─Cariño de tío querrás decir ─la corrigió─, no te confundas.

─Un tío no diría esas cosas lindas que dices tú.

─Si bueno mejor hay que comer.

─Anoche no pude dormir,

─¿Insomnio?

─No, solo estaba pensando en todo y he tomado una decisión, hablaré con Diego, no puedo seguir a su lado. Le pediré el divorcio.

─Así de fácil ─frunció el ceño, era una decisión tomada a la ligera─, sin luchar por él.

─Si.

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora