(Punto de vista de _______)
Me coloco el bikini mientras tarareo una canción de One Direction. Mis amigas están en su habitación y los chicos en la suya. Hoy vamos a bajar al lago todos juntos y por la noche, nuestros padres quieren que cenemos en la ciudad, todos en algún buen restaurante.
Me observo al espejo y sonrío ante mi silueta. El bikini rosa nuevo es hermoso con sus apliques blancos en los bordes. Ato mi cabello en una coleta porque siempre que entramos al lago, se enreda y luego me cuesta la vida poder dejarlo como es, un poco menos desastroso. Me pongo el vestido de flores celestes y vuelvo a sonreírme al espejo. Me coloco las sandalias y quito el bolso de la cama para poder tenderla. La remera negra de Justin está tirada en el suelo, al lado de sus Supras. Sonrío tontamente y levanto la remera para dejarla sobre mi bolso, a continuación arreglo mi cama bien estirada y le pongo perfume a la almohada.
Salgo de la habitación con la ropa de Justin, con un solo propósito, darle sus pertenencias a mi novio. Por más estúpido que parezca, siento que tengo ganas de estar con él todo el tiempo, cada segundo que pasa lo extraño, aunque estemos en la misma casa. Tengo ganas de abrazarlo y sentir sus brazos a mi alrededor, todo el tiempo.
—Justin, las mujeres son así. —Escucho a Ryan decir.
Detengo mi mano en un puño frente a la puerta y acerco mi oído a la madera. La intriga me invita a escuchar una parte de la conversación que están manteniendo.
—¿Así? ¿En serio? No puedo soportar esto todos los días.
—Dile —sugiere Christian.
Escucho unos ruidos dentro de la habitación. Aprieto mis dedos en la tela de la remera.
—Va a enojarse.
—Va a entenderte, Justin —dice Chris.
—No —se niega Justin—. Miren, ni siquiera sé lo que es tener una novia y ella de repente entra en mi vida y pretende que yo le siga el ritmo.
—Justin —bufa Ryan.
—No, Justin nada.
Ryan dice algo que no logro escuchar del todo porque habla en voz baja y relajada. Cierro los ojos y respiro profundo.
—No sé cómo decirle —dice Justin.
—Ella sabe que tú no acostumbras a estar de novio, que solo sales con chicas y bueno… pasas la noche de cama en cama y…
—Ya —gruñe Justin.
—… tiene que entender.
—¿Y si no lo hace? ¿Y si arruino todo?
Se quedan los tres callados por unos segundos. Me apoyo contra la pared y me dejo caer hasta quedar sentada en el suelo.
—Chicos, yo la amo —dice Justin.
Una pequeña sonrisa florece en mis labios. Cierro los ojos y me abrazo a mis rodillas.
—¿Qué es lo que te molesta exactamente?
Gracias, Ryan. Gracias por hacer la pregunta que llevo formulando en mi cabeza desde que estoy escuchando esta conversación ajena.
—Toda esa cursilería.
Hacen silencio mientras yo me como las uñas de los nervios y la ansiedad.
—No puede escaparle a la cursilería —dice Christian riendo—. Pero puedes frenarla, supongo.
—¿Cómo?
—Cuando se te pegue demasiado, aléjala.
—Va a enojarse —se queja Justin.
