Batalla en el Ocaso

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Título: BELLUM

Autora: Clumsykitty

Fandom: MCU, AU (universo alterno)

Parejas: Thorki, Stony principalmente.

Derechos: Nah, Marvel como siempre se lleva todo.

Advertencias: algunos nombres han sido alterados por locuras de la autora, otros nombres son retomados de sus originales históricos sin relación alguna con éstos. Por si alguien se lo pregunta, esta historia se halla inspirada en esa hermosa como tormentosa saga llamada Juego de Tronos (los libros) del gordito más temido, George R.R. Martin. Ojo, basada no igual.

Bellum. Guerra (latín).

Gracias por leerme.



Trece. Batalla en el Ocaso.


Las tierras del Clan Zartulian eran las más alejadas de todas, cercanas a los Hielos Perpetuos y lo más alto de la cadena montañosa oriental del Norte. A pesar de ser el verano, el frío pedía a sus visitantes el uso de capas gruesas con capucha peluda con guantes y botas para la nieve. El sol salía por un costado más sus rayos no eran lo suficientemente cálidos para deshacerse de los abrigos. Anthony miró la muñequera de piel que Dwen le obsequiara antes de partir, cuando estaba hablando con su hermano Aldair sobre aquel viaje ordenado por la Reina Stark. El Príncipe Heredero le había dado palabras de aliento aunque desconocía la causa de tal decisión, animándole con que antes de terminar el otoño volverían a estar juntos. Con su abrazo caluroso, fuerte y un beso en su frente se despidió de la fortaleza, acompañado de Petya quien se rehusó a dejarle solo en aquella travesía, siempre dispuesto a servirle tan sigiloso como atento.

Después de lo sucedido en los Pantanos del Oeste, no habían quedado muchos Zartulian en aquellas frías tierras. Todos eran parientes lejanos de su padre, Haruld, pero le habían recibido de buen grado y algo de sorpresa pues era Malle quien solía visitarles. No se negó a sus preguntas y charlas alrededor de un fuego cálido dentro del fuerte que era la sede del Clan, entre paredes llenas de armas pesadas pertenecientes a antepasados, banderines de piel bordada y antorchas en sus nichos trayendo más calor a las habitaciones de piedra dura y casi negra. Le ayudaron a preparar la ofrenda de raíces secas con hojas previamente perfumadas que se quemarían frente al Memorial de Haruld Stark, una estela de roca maciza con inscripciones talladas recordando sus glorias como su vida llena de honor y aprecio de todos aquellos que le conocieron, colocada en lo alto de un mirador que veía hacia el Bosque Sagrado no muy lejos de ahí.

Fue inevitable pensar en las duras palabras de su madre cuando prendió el fuego y quemó la ofrenda, recitando las oraciones a Gaia y sus hijos. Tenía ganas de gritar de rabia, de llorar de tristeza. No sabía exactamente cómo sentirse al respecto. Su padre siempre había sido un hombre que admirar, su héroe personal cuya Claymore, Amanecer, contemplaba cada que estaba sentado en su regazo mientras el antiguo Rey del Norte la afilaba con paciencia, sentando a la sombra del Árbol Padre que dejaba caer sus hojas alrededor como una alfombra. Recordaba perfectamente todas sus lecciones ahora que podía darle sentido a sus palabras, escuchando en su interior la voz profunda de Haruld, su risa como su gruesa mano despeinando sus cabellos antes de consentirle con un trozo de pan de frutas que Anthony adoraba pero que la reina no le dejaba comer por ser demasiado dulce para un niño pequeño como él.

¿Estaría decepcionado de él? ¿Había traicionado el nombre de su padre con sus encuentros con Steven Roggers? Trató de imaginarse una vez más frente al Árbol Padre donde Haruld estaría afilando su mandoble, diciéndole todo lo que había sucedido, incluyendo cómo se había sentido cuando los labios del Rey del Sur se habían sellado sobre los suyos, jamás le mentiría; pero no hubo respuesta en aquel escenario imaginario, solamente la mirada sabia y tranquila del rey sobre su persona, sin reclamos o decepciones. ¿Qué significaba aquello? El Príncipe Stark abrió sus ojos mirando el Memorial que acarició con una mano enguantada. Solo deseaba que todos pudieran vivir en paz, no más peleas innecesarias, malentendidos ni tampoco inocentes heridos ya fuese por la hoja de la espada o las palabras que igual cortaban el alma.

BellumWhere stories live. Discover now