Capítulo IV: Un mal presentimiento (Editando)

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Monett Mubarak




El Gordo Louis nunca se ha aburrido de fastidiarme desde aquella vez que arruiné accidentalmente el plan que tenía pensado para el Director del museo. El único objetivo que tiene este desagradable ser, es saquear tumbas sin importar la historia que hay detrás de todas las reliquias, consiguiendo una gran cantidad de dinero, sumándole los créditos por estos hallazgos. ¿Cómo reacciona él ante todo esto? Fingiendo lo que no es. Le gusta dar largos discursos contando que fue tan arduo llegar a conseguir los objetos, que tenía cuidado para no dañarlos, y sobretodo que le dolía despojar a los muertos de sus objetos que los llevaban a la otra vida. ¡Todo lo que dice es vómito verbal! ¡Todo es falso! Nunca ha sido de esas personas que tratan las reliquias con delicadeza; nunca amó la historia que hay detrás de cada tumba; nunca respetó y jamás respetará el descanso eterno de estos fallecidos.

Me ha tratado de demente, y un peligro para la sociedad por decir estupideces dentro de una tumba egipcia. Admito que es algo que no lo puedo evitar. Imágenes borrosas me guían por diferentes caminos a lo que me suelen designar, sin embargo estas raras imágenes me han ayudado a salvarme de miles de trampas mortales que habían allí dentro. ¿Cómo no confiar en las cosas que se me presentan? Para mí ya ha formado parte de mi vida cotidiana, es normal y seguro, para otros simplemente creen que estoy perturbada, desquiciada, enferma. Soy normal, como todos los demás.

Isaac cada vez está tomando más confianza. Aún se siente un poco intimidado, debido por la tontería que le dijo ese fétido hombre que siempre emana un asqueroso hedor de su boca. Sus nervios de vez en cuando desaparecen y logra comentar frases con fluidez, y hay otras veces que no. ―eso me causa gracia―. Aquella timidez es un marca esencial de su personalidad. A veces evita que nuestras miradas se encuentren, balbucea algunas respuestas con temor de que estén erróneas, desvía su mirada cuando tenía que cambiar de una blusa a otra ―ahora tengo que entrar al baño para cualquier cambio―, y constantemente mantiene silencio cuando le explico algo relevante sobre los egipcios. Siempre me he sentido atraída hacia chicos que están frente tuyo, escuchando. Y sabes que lo hacen, porque no sacan su vista de ti. Es el único momento en que él me observa con atención, sin miedo, como si estuviera analizándome.

Hoy sería otro día, una nueva aventura para él y para mí. Conoceremos la tumba KV53, una tumba que, milagrosamente no ha sido saqueada por ningún arqueólogo, historiador o egiptólogo. Informé a Isaac que llevara una gran cantidad de baterías y agua, ya que esta vez será más difícil guiarlo porque que no está abierto al público, desconozco el camino, y nos tomará el resto del día en la investigación. Por primera vez será abierto a nosotros.

―¿Nervioso? ―pregunté mientras nos sentábamos en los asientos del bote, generando leves movimientos por el agua del río.

―Un poco ―dijo entrelazando sus manos.

―Yo también ―confesé. Él me miró con sorpresa―. Es una tumba que no conozco, es normal sentir nervios. Siempre he tenido que entrar a tumbas que ya fueron registradas y que tuvieron intervención por parte de otros arqueólogos. Antes, sólo me dedicaba a recopilar algunas informaciones, siempre estaba acompañada por otros que eran superiores a mi ―respiré y con una tímida sonrisa observé las dunas de arenas que se encontraban frente a mi―. Pero ahora, es distinto. Ahora yo seré la persona guía, la que tendrá que estar atenta a cualquier acción que hagas, y pensar bien mis decisiones. Primera vez que sentiré una gran responsabilidad.

El Misterio de Smenjkara (FDLA #1) [EDITANDO] ©Where stories live. Discover now