Un día extraño

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Hacia días que no hablaba con Harry, después de lo acontecido en su casa no volvimos a cruzar palabras, ya ni siquiera sabía qué éramos. Él empezó a juntarse con los chicos del equipo de baloncesto. Completos tontos.
Por otro lado mi mejor amiga o la que solía serlo también se había alejado, ahora era de las chicas populares.

—¿Qué hay de nuevo, Nai?— Dijo Nico quien llegaba con Jake para sentarse en mi mesa.

—¡Vaya! Creí que ya no me conocían.

—Lo sentimos, bebé, es que estamos saturados de tarea y los exámenes están volandonos la cabeza.— se disculpó Jake con una sonrisa.

—Lo sé, no se preocupen— sonreí.
Junto a nosotros pasaron Harry y los demás chicos riéndose como retrasados. Sólo una mirada fugaz sobre mí. Ahora parecíamos extraños, ya no existía el chico agradable que conocí en el diner y menos aquel que fue mi mejor amigo alguna vez.

—¿Está todo bien?— preguntó Nico viendo aquella escena.

—¿Tú qué crees? No sé qué le pasa a ese imbécil, llevamos días sin dirigirnos la palabra.

—Igual que Samantha.— dijo triste el ojiazul.— Desde que empezó a juntarse con Bridget y Wendy nuestra relación ya no existe. Si le pido que salgamos me dice que está ocupada y me contesta el celular cada mil años.

—¿Qué les pasa a todos? Nos hemos separado, Camile y Evan ya tampoco se juntan con nosotros.

—Al menos ellos dos siguen juntos.— comentó Jake.

La chicharra sonó y regresamos cada quien a nuestros respectivos salones.
Me sentía verdaderamente triste, las clases pasaron y no pude poner atención, mi mente estaba en otro lugar.
Una bolita de papel golpeó mi cabeza sacándome de mis pensamientos.

¿Estás bien, chica rara?

Qué te importa, rarito.

:( yo sólo quería saber. Has estado como en otro mundo todo el día.

Ya sé. No estoy bien.


¿Novio?

Algo así.

¿Helado en la tarde? Yo invito :).

Estoy pensando...
No es mala idea, además el helado gratis es el mejor. XD

Te veo en el parque a las 4.


Salí de la escuela y caminé lo más rápido que pude a mi casa. Necesitaba estudiar para los exámenes que faltaban, aunque mañana fuera sábado, tenía que esforzarme para no reprobar,  y alistarme para ir con Chris por un helado.

Mi madre había decidido rehacer su vida con el tipo de la vez pasada. En parte la entendía, ella como yo era infeliz, y yéndome en unos meses a la universidad la dejaría completamente sola. Así que lo pensé y lo arreglamos todo, ahora al menos ella se ve feliz.

—Mamá, saldré un rato, ¿está bien?

—No vuelvas muy tarde, ¿tienes dinero?

—Emmh, no.

—Toma, no sé a donde puedes ir sin dinero.—

¡¿Qué?! ¿Escuché bien? ¡¡¡¿Mi madre acaba de darme dinero?!!! Esto es un milagro, gracias Dios.

La Burbujeante Chica Gorda Where stories live. Discover now