Capítulo 3: Únicos en el mundo.

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David

Toda la tarde, y ya entrada la noche, nos la pasamos atrapados en libros de medicina que realmente eran difíciles de comprender según mi punto de vista, algunos capítulos tenían cálculos, formulas y muchos números, otros explicaban su uso en los tratamientos y la reacción del cuerpo humano ante determinados compuestos. Admiraba a Sara por entender aquello, porque la veía detallista en su método de estudio, y no sólo lo había comprobado en los marcadores que había visto en las páginas de las revistas y su letra perfectamente redonda, cursiva y simétricamente escrita sobre papelitos de colores, también lo podía apreciar en sus apuntes y resúmenes. Letra por letra, procuraba que no hubiera ni un error de ortografía o gramático, revisaba una y otra vez el texto que leía de un libro seguramente de mínimo cuatrocientas páginas procurando que fuera igual, y cuando en ocasiones se sentía observada por mí, elevaba la mirada, extrañada que me llamara la atención sus acciones, para luego sonreírme dulcemente y volver al ruedo. En algún momento de la noche cedí al aburrimiento, tantas formulas comenzaban a darme sueño y quería acompañarla en el estudio, así que acabé por traerme la consola portátil al departamento para jugar un rato. Quizás Mario Kart o LittleBigPlanet conseguirían entretenerme.

Aproximadamente eran las doce de la noche, la sala apestaba a café y a fideos recalentados, el ruido del exterior prácticamente había desaparecido debido a la hora y el reloj cucú era lo único que acompañaba al sonido de la punta de la lapicera de Sara deslizándose sobre la hoja. Para ese entonces estaba desparramado sobre el sofá, mirando con sumo esfuerzo la pantalla de la consola para no caer dormido, tratando de pasar la carrera más difícil contra la princesa Peach cuando el reloj cucú comenzó a cantar y pitar doce veces indicando la hora, recordándome que ya era un nuevo día. Era mi cumpleaños. Solté la consola y de un salto ya me encontraba parado, mirando las manecillas en una especie de ansiedad por mi cumpleaños y conteniéndome de interrumpir a Sara en su estudio. Inmediatamente notó mi ansiedad y dejando los resúmenes a un lado, comenzó a caminar para que quedásemos frente a frente.

—Ya es tu cumpleaños ¿Verdad?

— ¿Cómo lo sabes? Creo no habértelo dicho –Murmuré arqueando una ceja, y ella otra vez ría traviesamente por lo bajo, como si hubiera conseguido aquella información ilegalmente.

—Varias chicas en el auditorio estuvieron hablando de eso en los últimos días y mencionaron que era hoy... —Dejó que nuestras miradas se conectaran nuevamente y sus ojos reflejaban un brillo especial en ellos, de picardía y dulzura a la vez...— ¡Feliz cumpleaños!

Saltó en el lugar, dando varias vueltas y sonreía divertida por la celebración, hablando en voz alta de los planes para festejar mi cumpleaños, como comprar la torta, incluso iría al centro de Hartford a conseguirme un regalo y tal vez destinaría una parte del tiempo de los estudios a estar conmigo, increíblemente feliz de estar por primera vez festejando conmigo. Temí decirle que ya tenía planes con Rebecca y compartí la alegría, insinuando que le enseñaría a jugar videojuegos, probablemente al de football, recibiendo quejas que ella era mala para esa clase de juegos y que obviamente ganaría yo. En verdad no sabía si estaba tomando la decisión correcta, si estaba bien cancelarle a Rebecca a último momento, si estaba bien pasar mi cumpleaños con Sara en vez de mi novia, pero quería hacerlo. Con ella me sentía más cómodo, más relajado, si mera compañía me agradaba y no me daba esa enorme carga de comportarme de una determinada manera para que Rebecca me aceptara, podía simplemente ser yo mismo y eso me gustaba.

—Estuve pensando que para tu cumpleaños podríamos cenar en un restaurante italiano de esos que tanto te gustan ¿Qué piensas? Luego iremos a tu departamento y te daré el regalo que prepare.

Bueno, allí comenzaría la mentira. Nos habíamos encontrado en mitad del pasillo cuando iba rumbo a mi clase y evidentemente hablaríamos de ello. Rebecca gesticulaba y movía sus manos con entusiasmo mientras expresaba su idea, y me confundía, me causaba mayor culpa de lo que hubiera podido imaginarme, entrando en crisis, sabía que las mentiras sólo se acumularían hasta que en algún momento explotasen.

Solsticio de Invierno( final trilogía Solsticio de Verano)Where stories live. Discover now