Epílogo

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Oscuridad. Era todo lo que podía ver y sentir. No sabía qué hacer, lo había perdido todo. Se sentó en el suelo y metió la caza entre las piernas y comenzó a llorar. ¿Qué sería de él ahora? ¿Permanecería allí hasta el fin de los tiempos?

De pronto, un rayo de luz le iluminó la coronilla. Freddie alzó la cabeza y con los ojos entrecerrados por la repentina iluminación divisó que la luz provenía de una perta que se había abierto unos pasos por delante de donde él estaba. Una fuerza desconocida le impulsaba a avanzar. Se levantó, y sin más dilación, atravesó la puerta.

Freddie no sabía dónde se encontraba. Era un edificio con paredes blancas y un extraño aire familiar. Tenía la sensación de que ya había estado allí antes. Un ruido a sus espaldas le hizo girarse bruscamente. Un hombre se acercaba a él, corriendo, y parecía preocupado. Era joven y llevaba puesto un traje, y en la mano portaba una maleta, como si acabase de salir del trabajo precipitadamente. Solo cuando lo tuvo a pocos pasos lo reconoció.

-¿Pa... papá?- Extendió los brazos para abrazarle pero en lugar de eso, su padre lo atravesó como si de aire se tratase. Estaba en shock. ¿Dónde estaba? ¿Por qué su padre corría? Y lo más importante, ¿por qué lo había atravesado? Decidió que la única forma de saberlo era seguirlo. Y eso hizo, corrió y corrió detrás de su padre, hasta que éste llegó a una sala. En ella, varias personas estaban sentadas, impacientes. Freddie reconoció a su tía entre ellas, pero estaba mucho más joven de lo que la recordaba. Su padre avanzó e intentó pasar por la puerta que estaba al fondo de la habitación. 

-Señor, usted no puede estar aquí.- Un hombre con mascarilla le cortó el paso.

-¿Cómo que no? ¡Mi mujer está ahí dentro! ¡He venido desde el otro lado de la ciudad para verla, y usted no me lo va a impedir!- Su padre lo apartó bruscamente y entró en la habitación. Freddie lo siguió.

Caótico, esa era la palabra. Varios doctores y enfermeros iban de un lado para otro, gritando órdenes sin parar. En el centro de la habitación, tumbada en una cama, estaba su madre. Sudaba sin parar, y estaba despeinada, pero aún así se podía apreciar su joven belleza. 

-¿Qué hace usted aquí?

Mierda, pensó Freddie. Ya me han pillado. Se disponía a dar una explicación cuando su padre habló.

-Tengo todo el derecho de estar en el parto de mi mujer.

-Bomi...- ella susurró. Su padre se agachó a su lado, y le agarró la mano.

-Estoy aquí, tranquila. Todo va a salir bien.- le sonrió.

Freddie solo podía contemplar, estupefacto todo lo que estaba sucediendo. Fue entonces cuando su madre comenzó a gritar, y todos los doctores se pusieron a su alrededor, bloqueando su visión. Hasta que un llanto surgió de la nada. Los doctores les dieron un poco de privacidad a la pareja, y así Freddie pudo acercarse. Su madre tenía un bebé entre los brazos.

-Mi niño...- dijo, sonriendo- Se llamará Farrokh, Farrokh Bulsara. 

Fue entonces cuando toda su atención se centró en el recién nacido. El bebé, extrañamente, miró en su dirección, y Freddie habría jurado que lo miró directamente a los ojos. El pequeño Farrokh sonrió, y Freddie hizo lo mismo. 

De repente, todo se volvió negro de nuevo, esta vez por menos tiempo. Freddie despertó en una habitación que conocía muy bien. La sala de música del internado St. Peter's School, donde había pasado horas y horas sentado al piano, tocando las canciones que escuchaba en la radio. Y en efecto, allí estaba. El pequeño Freddie Bulsara, tocando el piano. "Oh por Dios, que malo era" pensó Freddie. Pero no pudo evitar sonreír con orgullo mientras pensaba en lo que aquel niño se convertiría. Alguien llamó a la puerta, e inmediatamente el pequeño Freddie dejó de tocar, avergonzado.

INNUENDO~Freddie Mercury, Queen fan fiction #TheQueenAwardsWhere stories live. Discover now