Capitulo 59 - Jodidamente enamorado

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"Acabo de ordenar las flores" me había dicho. "Los centro de mesa serán rosas blancas y rojas"; y si, tal como Nathalie lo había decretado, su decoración era a bases de rosas. En la gran capilla que se encontraba hasta al frente, se encontraban ligadas rosas rojas y blancas entre las enredaderas; las flores caían como en una ligera cascada, y las luces decorativas le daban a todo el lugar un ambiente romántico y privado. Esa sería una hermosa boda, quizás la más bella a la que hubiera ido en toda mi vida.

Bruno se veía muy guapo, y se notaba al mismo tiempo nervioso y ansioso. No dejaba de pararse sobre sus talones, y mantenía sus manos dentro del bolsillo. El padre sonreía al mirarlo con cariño, y yo tan solo me enfocaba en la gama de olores en el ambiente. Miré a Justin de reojo, sentando a mi lado, jugando con una de sus pequeñas primas desde lejos a hacerles caras raras y graciosas. Sonreí inconscientemente; Justin sería un excelente padre...

El pianista dejó sus dedos recorrer las teclas blancas y negras, y al compás de una suave melodía, las dulces damas de honor comenzaron a caminar con un pequeño ramo de rosas blancas y rojas. Pasaron algunas que ya me había tocado conocer durante nuestra sesión de belleza con Erick y Paulo, y otras cuantas las conocía de vista verdaderamente. Todas se veían preciosas.

Justo después de la décima dama, se escuchó la tan esperada marcha nupcial. Todos nos pusimos de pie inmediatamente; mi corazón latía al mil por hora de la emoción... nunca me hubiera esperado haber reaccionado de ese modo. Miré por sobre mi hombro, y la vi, despampanante, casi como un ángel, una visión. Su cabello estaba suelto y en suaves ondas sobre sus hombros; el vestido era de entallado encaje en la parte posterior, con caída suave inclinada hacia la derecha, que tenía ciertos puntos de encaje y brillo. Nathalie parecía como si estuviera caminando sobre una nube, una clase de Diosa.

Entonces, mi corazón se detuvo: Su papá la estaba llevando al altar.

Justin pareció inmutarse ante eso, pero yo me encontré sorprendida. Supongo que nunca pensé en si el padre llegaría a ir a la boda... Y entonces, al fondo, en las sillas de la última hilera, alcancé a ver a Jennelle. Me encontré un poco aturdida por tanta sorpresa.

Nathalie y su padre caminaron hacia el altar; ella no podía despegar los ojos de su prometido, y Bruno no le quitaba la mirada de encima a la hermosísima novia. De repente aquél se sintió un momento tan íntimo que hasta sentía vergüenza de mirar fijamente hacia el altar.

La ceremonia fue romántica y llena de demostraciones de afecto. Se notaba a simple vista que ambos eran felices, que se casaban enamorados, que su máxima ilusión era cumplir su para siempre. Me sorprendí a mí misma al momento en que unieron sus vidas con un dulce beso, encontrarme llorando. ¿Yo? ¿Llorando en una boda? Bah... Elizabeth Lanteige debía de estar más loca de lo que alguien se lo hubiera podido haber imaginado.




...





La gente estalló en aplausos cuando la melodía de "The way you look tonight" terminó; acabábamos todos de ser testigos del primer baile de la nueva pareja recién casada. Bruno y Nathalie se besaron intensamente, tanto que otra vez parecía muy inapropiado la idea de verlos en ese instante. Se separaron del beso, y las mejillas de Nathalie expusieron un color rojo carmesí que resaltaba de un modo intenso en su piel blanca.

La fiesta continuó, así como varias personas que se levantaban a bailar.

Miré de reojo a Justin, el cual se acomodaba su corbata. El resto de la mesa se mantenía hablando animadamente.

Era extraño ser "parte de la familia Bieber". Bueno, tanto así como "parte" aún no lo era, sin embargo estaba sentada en la mesa de "familia de la novia"... jamás me hubiera imaginado estar en una situación como esa, principalmente porque en mis planes jamás había estado la idea de casarme, por lo tanto jamás me había imaginado como sería mi "nueva familia", o más que nada "la familia del novio".

Eso era bastante extraño.

- ¿Bailas? - preguntó Justin alzando las cejas. Yo me congelé en la silla blanca con el lazo rojo, y negué con el cráneo. Yo, Elizabeth-Dos-Pies-Izquierdos no bailaba ni siquiera la macarena.

Una Escritora Sin Amor | JBWhere stories live. Discover now