45 - Amar a Un Súcubo

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Esta historia no es mía

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Esta historia no es mía. De hecho, estoy violando la privacidad de un muy estimado amigo y estoy rompiendo un voto de silencio al contarla, por lo que espero que él y su familia me perdonen. No lo hago con mala intención: no quiero lucro o ensuciar un buen nombre. Es sólo que siento que ésta debe ser contada, debe circular y todos deben saber qué pasó. Ya que en estas épocas es una problemática real que está afectando a todas las culturas (no sólo a la juarense), que se han ocupado de transgredir la palabra más poderosa del planeta y distorsionarla en su totalidad, quitándole casi todo su significado: el amor.

Muy pocas personas en este mundo, casi un porcentaje inexistente, saben lo que es en verdad el amor; creo que estarían de acuerdo conmigo cuando digo que el amor es algo que se debe trabajar, en lo que se debe invertir mucho tiempo y esfuerzo. Es como construir un edificio: uno no simplemente dice "oh, quisiera un edificio ahí" y al siguiente día, BOOM, ahí está, perfecto y listo para ser habitado. Uno tiene que poner buenos cimientos, alzarlo bloque por bloque, cuidar que no vaya chueco, adornarlo, hacerlo bello, y uno no puede hacerlo solo. Cuando esté terminado, lo contemplará y verá que es bueno. Yo he sabido de personas en su lecho de muerte, ya ancianos y cansados, que miran a la persona con la cual se casaron, con la cual tuvieron hijos y compartieron su vida, y dicen: "oh, entonces esto es el amor".

Yo mismo puedo atestiguar que alguna vez intenté amar de verdad, y fue tan terrible, tan doloroso, que desde entonces he temido al amor, he respetado su poder, y ninguna de las pocas mujeres con las que he salido me podrá acusar de haberlo mencionado.

Se podría decir que aprendí a la mala. Pero el amigo al que le pertenece esta historia aprendió a la PEOR.

Todo comenzó después de una fiesta a la que él y yo fuimos juntos pero de la cual salimos solos. A mí me llevaron a mi casa unos vecinos de la cuadra, pero él se desapareció a la mitad de la fiesta y no lo volví a ver sino hasta el siguiente día. Como sea, ya no era él mismo: regularmente era risueño, bromista, atractivo a su propia loca manera; ahora era sombrío, distraído, como si estuviera inquieto.

Los días que le siguieron, faltaba a clases, le salieron ojeras enormes bajo los ojos rojos, se puso más delgado de lo que ya era, y no importaba cuanto se lo preguntara, siempre decía que estaba bien. Yo comencé a temer que hubiera descubierto -drogas- algo horrible en esa fiesta, así que fui a hablar con sus padres (a quienes también conozco y me conocen y nos respetamos mucho) para preguntarles. En su casa, el predicamento era el mismo, según me contó su madre. Me dijo que él apenas si comía, que por las noches lo escuchaba deambular por la casa y que pasaba en su cuarto la mayor parte del tiempo, sin hacer ruido. Me dijo que tenía la sospecha de que por las noches, salía a escondidas.

Entonces llegó él y, al vernos a su madre y a mí hablando de él, me llevó a su cuarto y me reprendió diciéndome que yo no era nadie para venir a conspirar en su contra, que si tenía una duda que la hablara con él en persona. Él es uno de mis mejores amigos, así que yo respeté que me dijera esto y lo acepté, pero también le dije que sabía que algo andaba mal y que podía decirme la verdad a mí.

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