Capítulo 20: El pasajero.

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The Passenger estaba a reventar, no sería posible que otro grupo de jóvenes entrara en el lugar sin poner en riesgo la vida de los allí presentes. Las luces de neón resplandecían en cada una de las esquinas, junto a focos demasiado potentes que se encontraban en los pilares que mantenían al lugar firme. Lo cual, a juzgar por la gente que allí se encontraba, no parecía que fuera a durar mucho.

Claire no se había percatado al entrar, pero del techo colgaban un par de jaulas de hierro forjado, oscuras y aparentemente no muy seguras. Pero si podían sujetar a jóvenes bailarinas que danzaban al son de la música electrónica, quizá no eran tan débiles como lucían.

Claire se abrió paso entre la gente a base de codazos e improperios no acordes con una dama. Pero en esa situación, al borde de estallar presa de la cólera, lo que menos le importaba era parecer un camionero. Con la mirada centrada en Jerry, rezando interiormente por no perderle la pista, atajó hasta él con dificultad. Había dejado a Sasha hablando sola en la barra, para nada sintiéndose culpable. Se había acostado con su novio durante sabe Dios cuánto tiempo, ¿por qué tendría que sentirse ahora culpable por dejarla con la palabra en la boca?

No había ni rastro de Liz, la había dejado para acercarse a la barra y pedir algo de beber, y no la había vuelto a ver. Y posiblemente, pasaría mucho tiempo hasta que la localizase. El montón de cabezas flotantes y marañas de pelo sudado a causa del baile no ayudaban a que la búsqueda fuera a buen puerto.

— Tú. Tenemos que hablar —Claire se sorprendió del tono tan frío con el que habló, su mirada inexpresiva puesta en la de Jerry. Se había girado para enfrentarla cuando tocó su hombro con violencia.

— A mi también me alegra verte —musitó en ese tono de voz tan propiamente seductor por naturaleza— Sobretodo en este vestido —sus dedos viajaron hacia ella, rozando levemente su cadera por encima de la tela— El blanco siempre ha sido mi gran aliado.

No comprendió bien sus palabras hasta que no miró hacia abajo, contemplándose el busto. Los neones de la discoteca revoloteaban alrededor y junto a la oscuridad, el blanco parecía un color fluorescente, casi transparente, que permitía la visión de su cuerpo por encima del vestido. El sujetador de encaje hacia contraste con su conjunto. Ella elevó su boca un par de centímetro, indignada por tan terrible elección y porque, una vez más y sin comprenderlo realmente, Jerry tenía ventaja sobre ella.

Cogió los extremos de la cazadora vaquera y los juntó uno con otro, evitando estar más expuesta a su escudriñada mirada.

— ¿Y qué es eso de «Tú»? —preguntó con fingido resentimiento— Tengo un nombre.

— Ya, aún no me he decidido por cual de ellos llamarte. Si por Cerdo mentiroso u Orangután primitivo. Estoy en duda —masculló entrecerrando sus ojos.

Jerry expulsó una carcajada ahogada.

— Y ese ataque tan gratuito, ¿a qué se debe?

— No sé, esta noche me ha dado por soltarle verdades a la gente a la cara —cruzó sus brazos frente a su pecho, aprisionando la chaqueta para que su vestido no se luciera.

— ¿Y quién te las suelta a ti? —una pizca de dureza se instaló en los ojos de Jerry— Y, de todos modos, ¿cerdo mentiroso? ¿En qué he mentido?

Sentía verdadera curiosidad.

— No me dijiste que estuviste con Josh el día de su muerte —farfulló por encima de la música, pero con sumo cuidado de no llamar la atención de quienes estaban cerca.

Jerry hizo un leve asentimiento de cabeza, comprendiendo a donde se dirigía la conversación. Su mirada aún dura y su expresión sin esa pizca de gracia suya.

Al otro lado del peligro.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang