Capítulo 8

10.7K 533 129
                                    

—No regresé con ella Em, pensaba en hacerlo porque se veía mal y pues me hacía sentir mal, pero se me olvidaba que era bipolar, hasta que se puso a gritarme y bueno, después la dejé hablando sola.— me contaba Noah lo que le había pasado con Charlotte por llamada.

Estaba acostada sobre mi cama, pensando en la inmortalidad del cangrejo mientras mi  habitación está oscuras porque no soy capaz de levantarme a encender las luces por miedo a que Mike Wasausky salga de mi armario a hacerme reír y no a asustarme. Lloraría, pobre Maik, comparto su depresión.

—Creí que eso no se te olvidaba nunca.— le contesto, coloco el altavoz y dejo el celular sobre mi pecho.

—Yo también, pero cuando lo recordé ya era demasiado tarde, pues me estaba gritando y golpeando el pecho. Está loca esa mujer, podría presentarle a Lucas, de biología, ambos se llevarían bien. ¿No crees?— pregunta divertido.

—Mh, sí. Tal vez.— contesto sin mostrar interés, la inmortalidad del cangrejo era misteriosa.

—Y bien señorita ¿Qué está pasando? Estás muy distraída, muy, no sé.— lo escucho decir.

—Nada bebé, es que.— suspiro con pesadez y hago bolita la servilleta, esa servilleta, con una de mis manos.

Llevaba viéndola aproximadamente... ¿Desde que me la dio? Sin entender porque no la tiré o la arrojé hacia su café al salir de la cafetería. Ese comportamiento no era digno de mi.

—Ese supiro no es bueno ¿Cierto?— no me dejó contestar.— ¿Qué pasa?

—Mi padre recibió una llamada del colegio, quieren verlos mañana Noah.— cierro los ojos y trato de pensar en cosas bonitas, como en una casa echa con dulces de cacahuate pues esto no estaba nada bien.

—No quiero que me digas de que se trata porque ya lo sé.— dice comiendo. Se escuchaban las papas fritas tronar dentro de su boca.

—Oh, yo creí que no tenías idea.— le digo sarcástica y suelto una risilla falsa.

—¿Qué te dijeron?— pregunta.

—Tú sabes que mis padres no son de regaños, así que sólo me dijeron que esperaban no fuera malo, sino me iría mal, sino entonces si me cagarían.

—No te irá mal.

—No, Noah, sólo golpeé a Susan, quien cuyos padres son capaces de sobornar a la directora con un viaje a Europa con tal de que me expulsen del colegio. No creo que me vaya mal.— digo cansada, él ríe divertido.

¿Qué tenía esto de divertido?
Estoy muerta.

—Entonces que Diosito esté contigo, porque no pienso ir mañana. Tal vez él me reemplace.

—¿Es en serio Noah?— me siento de golpe, provocándome un fuerte mareo.

—Nunca he hablado más en serio.— dice, yo me sorprendo. —Claro que no Emma, no podría dejarte sola. Cómo se ve que no me conoces.

—Lo siento Noah, sólo que...— cierro los ojos con presión y respiro, había sido un mareo nada ligero.— gracias bebé.

Sonrio y vuelvo a extender la servilleta.

Ya perdí la cuenta de cuantas veces he echo lo mismo; verla a detalle, no quitarle la mirada ni un segundo, y después arrugarla diciéndome a mi misma.

Mi misma, ¿qué putos te pasa? Deja de mirar ese pedazo de papel como loca maniática enamorada.
Pero minutos después vuelvo a, sin saber porque realmente es que lo hago.

—Mejores amigos son mejores amigos Emma, sea o no sea mi problema, en este caso también es mi problema,  te ayudaré.

—No es necesario. Lo único que verdaderamente agradecería sería que estés ahí cuando me digan que mi beca me será cancelada.— digo frustrada al imaginarlo.

BRAD ©Where stories live. Discover now