Capítulo 3 (Parte II)

2.7K 212 17
                                    

Publicado Originalmente: Mediados de 2014

Versiones Pasadas: Junio 6 de 2016, 31 enero 2020

—Rafael, ¿Qué ha pasado? ¿Tan rápido nos descubrió papa? Espero que no te hagan nada por mi culpa —comenzó a decir David mientras caminaban por la playa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Rafael, ¿Qué ha pasado? ¿Tan rápido nos descubrió papa? Espero que no te hagan nada por mi culpa —comenzó a decir David mientras caminaban por la playa.

Estaban cerca del lugar donde salieron cuando tuvieron las piernas. Las aguas allí eran mucho más calmadas y casi no había peces forasteros nadando por allí.

—No, pero tenemos que regresar para calmar las aguas. Le han dicho a tu padre que te he traído al mundo de los humanos. Él se negó a creerlo pero ha mandado a los guardias a confirmarlo.

— ¡Jamás lograremos llegar a las profundidades a tiempo! ¡Papa nos va a matar o te matara a ti y a mí me llevara con los tiburones!

—No te preocupes, observa —dijo Rafael sacando un frasco trasparente con un líquido rojo.

— ¿Qué es eso? —pregunto David dudoso.

—La especialidad de la bruja. Nos llevara directo a las profundidades y con nuestro cuerpo de tritón. No tenemos que preocuparnos por buscarla a ella.

—Eres un genio Rafael. Te admiro mucho.

—Lo más que me molesta es tener que irme otra vez de aquí. Me entere de algo y ahora no podré hacer nada al respecto. Me siento furioso.

— ¿De qué te has enterado? ¿Es sobre esa mujer, tu otra mitad?

—Pronto te lo contare, ahora a regresar a la tortura de nuestro hogar.

Ambos guardaron silencio y se tomaron el líquido. David se sintió mareado y se tambaleo un poco. Luego todo se volvió negro.

Cuando David abrió sus ojos se encontró en las profundidades. Rafael le hizo una señal de que se quedara en silencio. David vio aparecer a unos guardias de su reino. Esos hombres eran inconfundibles con esos ojos saltones como los sapos de la tierra y un aspecto bastante deforme. Eran muy intimidantes, demasiado y lo que más odiaba de ellos era la forma en la que sus miradas traspasaban. Su padre estaba muy contento con los guardias.

—Aquí están —informo uno de ellos al otro. David respiraba pesadamente.

— ¿Qué sucede aquí? —pregunto Rafael con tono serio y se cruzó de brazos.

—Le habían dicho al rey que habías llevado a su hijo al mundo prohibido y él nos mandó a confirmar que de verdad estuvieran aquí como le habías dicho. Disculpa los inconvenientes señor.

David se mantuvo quieto y en silencio. Ni siquiera se volteo a ver a Rafael. Temía meter la cola donde no debía.

—Qué pena que haya personas tan malas y envidiosas que han tenido que ir con esa vil mentira. Pero no se preocupen. Ya vieron que todo está en orden. Iremos al reino sin escoltas.

—Entendido, señor.

David soltó el aire cuando vio a los guardias irse. Sin embargo, no estaba tranquilo. Le comenzaba preocupar que su madre haya contratado a espías para mantenerlo a raya.

— ¡No lo puedo creer! —se quejó Marlene cruzándose de brazos—. Espero que de verdad no nos topemos con él durante esa semana. No quiero verle la cara a ese hombre. Ese viaje se hizo para que lo disfrutáramos.

—Nuestra suerte es tan buena que te aseguro que esa semana lo tendremos encima todo el tiempo —dijo Marina mientras caminaban por uno de los pasillos del hotel.

—Dejen de pensar en eso, chicas. Mejor piensen en que estaremos una semana en un barco donde habrá de todo —se quejó Víctor—. Véanlo de esta manera. ¡Nos divertiremos muchísimo! Somos como los tres mosqueteros, siempre juntos.

—Es obvio que nos divertiremos. Pero no confió en lo que pueda pasar con Roberto a bordo. Eso me pone la piel de gallina.

—Pueden pasar las peores cosas de este mundo. Como dos suicidios en pleno mar, ¡que horro! Las noticias no dejaran de hablar sobre ello. Dos hermanos que no podían con la vida y una amiga que no pudo evitarlo.

Esa voz escalofriante izo que Marina diera un brinco. Esa amenaza sonaba muy seria, miro a su hermano y este miro a Roberto molesto. Sabía que él era capaz de eso y mucho más. Ya había intentado matarlos anteriormente. Para la mala suerte de ambos el aire en ese pasillo era horrible. Ambos chicos se volvieron a mirar.

Los invito a seguirme en todas mis redes sociales para mantenerse al tanto de las novedades de mis libros

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los invito a seguirme en todas mis redes sociales para mantenerse al tanto de las novedades de mis libros. Gracias por el apoyo durante estos años. 

Marina: No quiero perderte (HDM #1) © (Disponible en papel y digital)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora