Carta a la Desesperación

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Los minutos del reloj siguen sonando y sigues en mi mente. Aún hay miles de recuerdos tuyos por doquier; lo gracioso es que no me duele de la manera esperada, no me dan ganas de llorar ni de buscarte, simplemente mi mente dice "¡demonios!" porque caí en la misma trampa de siempre: pensar en ti.

Tengo nostalgia por las promesas, ilusiones y expectativas. ¿Recuerdas cuando nos llamaban "la pareja perfecta"? ¿Cuándo siendo opuestos nos complementábamos?

Lo que más me cuesta admitir es que no te he olvidado. Sinceramente, fui una tonta al pensar que en te olvidaría en tan sólo dos meses. ¿Cómo olvidas a alguien por quién yo hubiese dado la vida? ¿Cómo olvidar el más honesto de mis "te amo"? ¿Cómo olvidar a quien fue mi inspiración?

Me di cuenta de que no te necesitaba, pero todas mis experiencias eran mejores si las compartía contigo.

Eres un idiota, un inútil y un patán que sólo sabe lastimar gente... Por ti me volví masoquista, pues jamás me importó hacerme pequeña, callar mi sonora voz y mi gran presencia para no opacarte, a ti, alguien que no sabe ser líder. Alguien que argumenta ser empático pero le vale un comino lo que los demás sientan pues sólo se ve a si mismo.

Piensas que eres el centro del universo.

Eso es lo que más me enferma, ¿cómo pude caer tan bajo? y no lo extraño pero a la vez sí. ¿Contradictorio? Por supuesto, así son las emociones, no tienen pies ni cabeza.

 Te extraño pero a la vez no. Te amo pero te odio. Daría lo que fuera por sacarte una gran sonrisa o por hacerte llorar lo que nunca haz llorado.

¿Lo que más me duele? Que a mi siempre me importó más, yo di más... yo fui la que se enamoró perdidamente, y bien por eso dicen por ahí que el que se enamora pierde y esta vez me tocó a mí perder. 

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