Capítulo 16.

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Fernando salió del estudio, apoyándose en la pared empezó a respirar agitadamente. Él estaba cansado de matar, ya no deseaba hacerlo porque cada día veía más la locura de su jefe. Simón estaba fuera de controlar en el momento que mató al rey Mariano. Estaba harto, trabajaba por la única razón que necesitaba el empleo, pero sabía que en el momento que mató a su primera persona ya nada sería igual, pero estaba harto, salió a tomar un poco de aire para poder pensar. Ya no deseaba matar, ya no quería hacerlo ya no deseaba matar a gente inocente solo porque Simón no quería que nada se interpusiera en su camino.

Tomando una fuerte respiración; volvió a entrar a la casa y se dirigió nuevamente al estudio. Tocó y escuchó un pase por parte de Simón. Nervioso entró y lo vio sentando tomando una copa de whisky.

— ¿Qué haces aquí? Te di una orden, pensé que ya estabas haciéndola.

— Señor..... Estuve pensando..., ¿No cree que podamos pagarle a esa persona para que no hable?

— ¿Cómo? Vuelve a repetirlo ya que no escuché bien.  — Se levantó y Fernando rápidamente bajó la cabeza.— Tú no tienes porque pensar Fernando, escucha bien, no quiero pagar a nadie, ¿está claro? Quiero que lo mates, ¿entiendes o quieres que el que termine acabando muerto seas tú? — él negó rápidamente con miedo.

— Haré lo que usted me pide señor... Perdón por mi atrevimiento... Permiso.

Sin esperar más tiempo, salió de estudio y caminó hacia la salida. Al llegar a su auto, se apoyó en el. Sentía ganas de vomitar pero se logró controlar, subiendo al auto, arrancó y se fue rumbo a su casa.

Al llegar; entró y fue rumbo al cuarto de su madre, al entre mostró su sonrisa, ella estaba en la cama con el respirador ya que sus pulmones le fallaban. Ella al verlo le sonrió y le extendió la mano, la cual él se la tomó con delicadeza mientras se sentía junto a ella.  

— Hola madre. — le dijo con delicadeza — ¿Cómo te sientes hoy?

Ella le sonrió mientras se quitaba el respirador.

— Un poco mejor, hijo. — empezó a toser y él rápidamente le sirvió un poco de agua.

— Bebe un poco mamá.

— Gracias hijo..... — tomó un poco y después se volvió a poner el respirador. — ¿Como te va en tu trabajo?

— Me va bien mamá.. — le dijo con una sonrisa fingida.

— Todavía no me puedo creer....que mi hijo sea la mano derecha del sobrino del rey — le dijo muy orgullosa.

Él siguió sonriendo aunque por dentro se sentía una basura, al notar lo orgullosa que estaba su madre sin saber que era lo que implicaba trabajar con el sobrino de rey. Sabía que su madre se llegara a enterar era lo último que estaría de él.

« Como me duele mentirle a mi madre, pero si supiera lo que hago se decepcionaría de mí, aunque todo lo que hago es para comprar sus medicinas y pagar a los mejores médico para que la tengan viva, pero sé qué se me va ir y quiero que se vaya pensando que soy un buen hijo» pensó sintiendo una opresión en el pecho.

Prefería que ella siguiera con una mirada de orgullo en lo que le quedaba de vida, que supiera que si hijo era un vil asesino.

— Así es madre, es un honor trabajar con él — «Sí un honor trabajar con una persona malvada y déspota "gran honor"» pero eso se lo guardó para él.  — bueno madre tengo que a ir ya que tengo mucho que hacer.  te quiero.

— Yo también te quiero cariño.

La abrazó y le dio un beso en la frente. Salió del cuarto y sonrió al ver a la enfermera que él le pagaba por cuidar a su madre.

Protegiendo a la Princesa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora