I

25K 1.1K 484
                                    

Verano de 2016.


—Querido, dile a Amy lo divertido que va a ser. —Ruedo los ojos. Mamá lleva dos horas (las dos horas de viaje en el auto) molestándome con que voy a amar la nueva casa. Henry, mi padrastro, solo asiente a todo lo que dice, mientras sigue manejando, sin interesarle en realidad. No entiendo como mamá pudo enamorarse de un hombre tan monótono y aburrido, siendo ella un arcoíris.

Quizás, y solo quizás, se hayan encontrado el uno al otro por eso mismo; esa necesidad de ser una balanza. Mi mamá, siendo la mujer llena de colores y extrovertida, y Henry, el que le da los tonos oscuros y es más calmado. Suena a polos opuestos si lo pongo así, pero es la única explicación que le encuentro.

—Va a ser muy divertido. Deberías cambiar esa cara y ser más positiva —dice por fin, desde el asiento del conductor, mirándome por el retrovisor, como si se hubiera dado cuenta de que debía opinar. Lleva dos años con mi madre y ya cree que puede darme órdenes.

No tengo nada contra él, pero que finja que todo está bien, cuando por su culpa mamá dejó a mi papá... me pone de malas. La quería por ser una mujer mayor, y mamá le emocionó que alguien más joven la quisiera. Ahora me voy a otro país, lejos de la única persona que logra entenderme, de mis amigos y de todo lo que conozco. Amo Minnesota, siempre seré de ahí, no importa cuanto mi mamá quiera "empezar de cero".

Mi madre se reacomoda los lentes de sol, apartando delicadamente el cabello rubio que se le pega a la cara por la brisa que entra al automóvil desde el asiento del copiloto. Henry simplemente tararea una canción que seguramente en mi vida habré escuchado.

Hasta para eso es aburrido.

Observo que comenzamos a entrar a un vecindario de grandes casas con enormes patios. Claro, teníamos que mudarnos a un lugar de ricos. Las casas varían de colores, aunque ninguno llega a ser escandaloso, les doy puntos por eso. Nos detenemos frente a una casa de color amarillo crema, con cuatro ventanas grandes, dos en los dos pisos, iguales que las otras casas. Bajo inmediatamente del auto y cierro de golpe la puerta, caminando cruzada de brazos al porta equipaje. Saco mi bolso y mis dos maletas.

Es bueno que Henry haya tenido quien le trajera el auto que compró en línea al aeropuerto, o hubiéramos tenido que tomar un taxi.

—¡Bienvenidos a nuestra nueva casa! —Suelto un bufido al oír a mi madre, ganándome una mala mirada de su parte. Me le quedo mirando sin expresión alguna y me encamino hacia los tres escalones grises de la puerta, justo detrás de Henry.

Dejo las maletas en el comienzo de las escaleras y las subo corriendo. Me recibe una sala de estar totalmente vacía, pero amplia, iluminada por los rayos del sol que se entrometen por las ventanas. Decido subir las escaleras de prisa y revisar la primera habitación a mi vista, que resulta ser grande, o más grande que mi habitación en Minnesota. Tiene una ventana que da al frente de la casa y está pintada de un aburrido color blanco. Arrugo la nariz y corro por el pasillo de la segunda planta hacia la otra habitación, que es un poco más pequeña, pero de buen tamaño igualmente. Está pintada de azul celeste y posee una bay window acogedora, como esas que ves en la tele. Sonrió por primera vez desde aquella mañana y bajo las escaleras más despacio, dándome cuenta de que los muebles ya están llegando.

—Me quiero quedar con la segunda habitación —anuncio, llegando a la primera planta de nuevo. Mamá se gira, como para discutirlo, pero supongo que ve la sonrisa bobalicona que tengo justo ahora, porque mira a Henry rápidamente y me aprieta cariñosamente los hombros.

—Es tuya, entonces. Cuando traigan tu cama puedes arreglar tu nuevo cuarto como gustes. —Vuelvo a sonreír, pero esta vez la abrazo. Me parece escuchar como aguanta la respiración.

The Older Brother. (#1 Bilogía Brother) [EDITANDO]Where stories live. Discover now