Capítulo 18

4.2K 392 11
                                    

Decidida me paro delante de Darío, aún con ese nudo que nunca parece desaparecer, quería abrazarlo y decirle que nada había pasado, pero no pude, la culpa había echado raíces en mi interior, aunque no me acosté con el, si nos besamos, inocentes besos que siento como algo horrible.

– mírame – le pido con voz suave. Me siento sucia, manchada, no puedo tocarlo sabiendo que estas manos  tocaron al otro.

Lentamente Darío baja la mirada y clava esos azulados ojos en mi, no puedo evitar compárarlo con Zac, cuando el pelinegro y yo nos miramos, existe una complicidad, nuestras miradas conectan sin dificultad, con Darío es diferente, una sola mirada suya hace que mi corazón quiera salírseme del pecho e irse con el, hace que una extraña opresión se forme en mi estomago, mi cuerpo entero parece revolucionarse con una sola mirada, una simple caricia o simplemente su presencia misma.

– nos besamos – confieso haciendo que deje de mirarme otra vez, decepcionado – pero no me acosté con el, no podría hacerlo – me apresuro a decir.

Abre los ojos en platos y me mira sorprendido, por mis palabras quizás pero no he dicho nada que no fuera cierto.

– por qué?– pregunta por fin saliendo del ascensor.

En silencio lo sigo, pensando una respuesta, ni siquiera yo se la respuesta a esa pregunta, no sé porque no lo haría, no sé porque me pongo tan nerviosa y ansiosa a la vez en su presencia, no sé porque no he podido olvidarlo, no se porque nunca he podido acostarme con otros, no, si lo sé.

– por ti – respondo segura de mí misma.

Tuve tantas ocasiones de acostarme con otros, rehacer mi vida, empezar de cero con otro hombre, pero siempre que me encontraba en la cama, con el desconocido chupando y lamiendo mi cuello, lo veía a él, esos ojos se colaban en mi subconsciente e imaginaba miles de situaciones, el enfadado por haber hecho aquello, él acusándome de serle infiel, al final la excitación que tenía en ese momento desaparecía como si el viento se lo hubiese llevado sin dejar rastro de nada.

– no te creo – dice con voz dura – vosotros los abogados sois conocidos por ser maestros del engaño.

Nerviosa me acerco a él, no me cree y extrañamente me hace gracia lo que dice, eso es cierto, también que soy abogado, fui la mejor en ese entonces, cuando trabajaba para su padre, cuando hice parecer inocentes a esos asesinos que defendía, le mentí con respecto a sus hijas, pero extraño que parezca me gusta siempre hablar con la verdad por delante, esa es la razón por la que al final se lo confesé, sin embargo ahora, necesito explicarme mejor, abrirle mi corazón, pues lo nuestro siempre fue más carnal, él no se molestaba en saber de mi pasado ni yo del suyo, pero es que se me hace tan difícil hablar de lo que realmente siento, estoy acostumbrada a nunca decir lo que mi corazón guarda con recelo, a mostrar algo que realmente no soy, o que pretendo no ser, me empeño en realzar mi lado frío y carente de sentimientos que en ocasiones olvido que aún soy esa niña que solo desea dar y recibir amor.

– no soy buena diciendo lo que siento, nunca he tenido que hacerlo pero no soy estupida Darío....

– claro que no eres estupida – me interrumpe – eres demasiado astuta, utilizas a todos bajo tu propia conveniencia, haces mentir a tus hijas haciéndole una promesa que no piensas cumplir – ahora es él quien se acerca, acortando las distancias – te has parado a pensar cómo se sienten tus...nuestras hijas?... Danna es una niña sensible, odia mentir y Sam...Sam es igual de fría e insensible que tú – dice con una sarcástica sonrisa, como si eso fuera algo malo, en realidad lo es – todo esto ya no se trata de ti o de mi, de si te quiero a mi lado o tú al tuyo, no se trata de lo que los dos queremos o necesitamos, porque desde que ellas nacieron todo lo demás dejó de importar, ahora se trata de Danna y Samantha, de lo que ellas necesitan, de lo que ellas quieren, no puedes seguir atándola a tu mundo, obligándolas a estar siempre alerta, a cada segundo que pasa sus vidas corren peligro y a ti no parece importarte, ni siquiera te interesa averiguar cómo está Sam, ella no quiere curarse sus heridas porque asegura que tú lo harás – niega con la cabeza negativamente – pero luego me entero que te escapaste, ¿cuántos años crees que tienes...16?– gruñe con enfado – eres una mujer adulta, y sé que probablemente no tuviste la infancia que yo tuve, pero tienes a dos nenas bajo tu cuidado. Madura y cuida de ellas como es debido y...

DANGEROUS: RESURGIR Where stories live. Discover now