Maratón parte I

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—No le creas, Louis —aseguró Niall cuando volví a la habitación—. Sólo está herido y cuando la gente está herida dice cosas que no son ciertas o que en serio no quieren decir.

Suspiré.

—Cuando la gente está enojada y explota dice la verdad.

Niall negó con la cabeza.

—Él no explotó. Sólo está molesto consigo mismo porque vio que seguía queriéndote y quiere convencerse de que no es así, que ya te olvidó y que quiere a Nick.

Tomé aire y exhalé, sintiéndome vencido.

—Quiero irme a casa.

—Louis...

—No, Niall, es que... —Sacudí la cabeza—. No puedo, ¿sí? Lo siento. Sólo... —Suspiré—. No estoy de humor para fiestas.


Llegué a casa y comí más cereal que nunca. Me encerré en mi habitación, me bañé y, cuando salí, vi una película cursis de esas que le gustaban a Harry mientras comía cereal y, entre risas, llanto y un poco demasiado de sabor a frutas, me dormí. Cuando desperté, maldije internamente; me dolía todo. Me había acostado en una posición incómoda y me dolía el cuello y los brazos; me quería morir. Fui a asearme y, después de vestirme y quedar al menos decente, me dirigí a la cocina y abrí la boca con impresión cuando vi la encimera —no había cereal.

—Buenos días, cariño —Era mi madre, quien me besó en la frente y me revolvió el pelo—. ¿Por qué esa cara?

—¿No hay más cereal?

—¿Qué? —Vio la encimera y se rascó la cabeza—. Oh, sí. Lo siento. Se me olvidó comprar. Es que como Harry siempre te compra, pensé que...

—¿Me das dinero para comprar? —la interrumpí y me vio con una ceja alzada—. No es mi culpa que se te haya olvidado.

Suspiró y buscó su cartera. Tomé agua y, cuando me senté en la mesa, me tendió su tarjeta de crédito.

—Sólo... no exageres, ¿sí? —Me puse la mano en el pecho, haciéndome el ofendido, y bufó—. Es que te conozco, Louis. Sé cómo eres con respecto al cereal.

—Voy a comprar justo lo necesario —Sonreí—. Lo prometo.


Cuando estaba a punto de arrancar el auto, mi hermana abrió la puerta del copiloto y se subió. Se colocó el cinturón de seguridad y pasó a verme como si no comprendiera mi cara de desconcierto, indicándome que emprendiera el trayecto al súper mercado.

—¿Qué demonios haces aquí? —pregunté.

—Estás triste y sé que vas a comprar mucho cereal, así que pensé que podríamos comprar también algo de helado para luego ver películas deprimentes en mi habitación. Suena como un buen plan, ¿no crees?

Esperé unos segundos para que mi mente procesara sus palabras.

—¿Qué?

—Louis, nunca regresas temprano de las fiestas —Me rasqué la cabeza—. Además, te escuché llorando en la noche, lo que supongo que es un indicativo de que las cosas con Harry no han mejorado, ¿o me equivoco?

Suspiré.

—¿De qué sabor será el helado?


Don't let me go ~LS~ AU Where stories live. Discover now